Principal Patrón de la Iglesia Universal, protector de los trabajadores, obreros y modelo de pater de familias; padre adoptivo de Jesús, que murió cuando éste tenía doce años. Tuvo tres sueños: la anunciación de la verdadera naturaleza de Jesús, la que propició la huida a Egipto, y la posterior que permitió el regreso a su tierra. Se le suele representar iconográficamente con un ramo de nardos, símbolo de amor platónico. En definitiva, uno de los principales Santos de nuestro país, en un día, que nos recuerda nuestra infancia, como una de las mayores fiestas generalizadas y típicas.
Era un día, que a diferencia de hoy, radiaba luz, alegría, infinitos desplazamientos en toda nuestra inmensa geografía para permitir los deseados encuentros familiares, típicas misas abarrotadas de creyentes, y posteriores comidas con los seres queridos, un verdadero hito económico también para las empresas de restauración; donde no ociosamente, José, era uno de los nombres más habituales.
Demasiados símbolos para que no fuese víctima propicia que unos políticos de notorio bajo nivel, de mentes medievales retrógradas y de nacionalismos rancios, que como “lacra” debemos sufrir continuamente en España, por lo que no dudaron en suprimirlo, quedando solo actualmente como fiesta en la Comunidad valenciana y murciana.
Tampoco dejaba de ser sueños húmedos para la izquierda, no menos rancia, en su visceral ataque a uno de los pilares de Occidente, la religión católica, pese a que la mayoría de sus votantes, no deja de ser creyentes.
Menos tarta se sueños representaba para las feministas, no menos viscerales, en sus ansias de atacar la sociedad patriarcal según ellas imperante, por lo cual, también se convertía en símbolo a derribar y estigmatizar.
Había que desvertebrar más a España, seguir “per in litera” la expresión constitucional de estado laico – pese a la realidad existente-, sustituyéndolo por un inmenso vacío, similar a las mentes que programaron tal “linchamiento” al principal Santo. Eso sí, felicitando y preservando oficialmente las religiones importadas por la inmigración, que al parecer, es más progre.

Queda únicamente la figura del padre, “desnuda y a la intemperie”, esos locos románticos, esos pocos seres ya extraños, que aun deciden hacer de la familia la principal si no única “empresa” de su vida, pues lo normal, es ya desde hace décadas tener “perros y gatos” como animales de compañía (como el pulpo). Si es verdad, que nuestra juventud, lo tiene complejo para crear in núcleo familiar, dado especialmente la carencia de vivienda, auténtica desidia que también debemos agradecer a nuestros estrategas políticos – de uno u otro signo ideológico y que se han alternado sucesivamente en el gobierno- donde la vivienda social, representa a lo máximo un 3%, respecto a la media europea del 13%. Ya lo decía el poeta: “españolito que al mundo vienes, te guarde Dios….”; aunque esas brillantes mentes, auténticas lumbreras en definitiva,- de las que Machado pregonaba qué “de diez, nueve atacan y una piensa”- han decidido últimamente suplir esa carencia habitacional, metiéndole mano a la propiedad privada, con la excusa de la “función social” de la misma, y de los supuestos “grandes tenedores y fondos buitres” que dicen acaparan la mayoría del mercado y parque inmobiliario, cuando en realidad, no representan ni un 3% del total, por lo que son los mismos obreros, pensionistas, y gente modesta que sufre tales políticas comunistas en un supuesto sistema capitalista y de seguridad jurídica. Los resultados de toda esta quijotada populista no se han hecho esperar: reducción del mercado de alquiler, elevación de precios, incrementos de requisitos y avalistas, huida hacia los arriendos turísticos, venta…
Felicidades pues, en definitiva, a esos valientes, e incluso “titánicos” padres, que aun pese y ante tantas adversidades, han decidido formar y luchar por la familia, por sus valores, por sus principios, con ese sacrificio diario, si apenas ayudas fiscales -a diferencia de la practica generalidad de los demás países del continente-; quienes, contra todo “viento y marea” y ante tanta incertidumbre, -presente como futura-, incluso de la programada agenda 2030 -donde también parece que son un objetivo para supuestamente descongestionar el planeta-, razón por la que entre otras lindezas, debe leer en prensa incluso, que criar un hijo, ya ronda el medio millón de euros. ¡Eso es incentivar, sí señor, la población!, pura pedagogía de una sociedad ya sin valores, sin principios, materialista, práctica, animosa de ser atea o agnóstica.
También felicidades ante las crudas expectativas de los resultados, que esos mismos medios de comunicación les animan todos los días: ignorancia de los hijos, agresiones físicas de los mismos, menos dedicación a ellos cuando son ancianos, vejaciones cada vez más sofisticadas como privarles de ver a los nietos, etc, etc, etc…
Enhorabuena también por tener que hacer horas extraordinarias en la preparación cuasi universitaria en psicología intergeneracional, obligándose a ser “autoridad” – que en algunos casos puede acorde a la legislación vigente, puede provocar que acaben incluso en “prisión”, y donde alguna autoridad dice incluso que “los hijos, son del Estado”- y al mismo tiempo, vienen obligados a ser ”amigos” -con buen rollito frente a sus flamantes retoños-, amén de darles el necesario y vital cariño, -pese a que la mayoría de ellos no tuvieron en su infancia, y donde las “tortas”, eran el pan de cada día-; y que aun así, estoicamente, responden con más protección incluso a sus pupilos, que muchas veces, paradójicamente, producen el efecto contrario en una clara posterior reacción despótica propia de la juventud.
En definitiva, ¡Viva San José! Y felicidades a esos héroes anónimos, muchas veces sin consideración legislativa, social, fiscal o incluso política, pero que siguen la senda de nuestro mayor patrón y Santo, y de esos valores eternos, que históricamente contribuyeron a consolidar esta sociedad postmoderna, ahora sumamente materialista, sin principios, altamente tóxica e incrédula ante todo lo que suene a divino o religioso.
Lo anterior, podría resumirse en la frívola frase que de forma supuestamente orgullosa popularizaron los gobernantes judíos, supuestos hijos predilectos de Dios: “Desde que tenemos Estado, hemos decidido poner lo divino en el asiento trasero del coche” ¡Y así les va!.
No es rencor por llamarse José el autor lo que hace este artículo. Más bien, la sensación de vacío, en este día gris y lluvioso, -atípico también en muchos años-, donde uno tiene la certeza, que “otros”, se han preocupado muy mucho, de que hoy, seamos menos felices, y de que perdamos, una más de nuestras ya pocas tradiciones y valores seculares existentes.
Lo dicho, como el slogan publicitario de antaño, y a modo de jactancia: “papá, ven en tren”
José Manuel Gómez




