El Tema de la amnistía, en manos de unos profanos en derecho, se está convirtiendo en algo que incluso promete superar “al contratante de la otra parte contratante” de los Hermanos Marx, pues da la impresión que el “esperpento” literario,  inaugurado por Valle Inclán, se está trasladando al mundo político y por ende al jurídico, donde tal innovación y mutación de conceptos novedosos, se asemeja al cambio constante, más propio de auténticos virus y sin vacuna posible, que amenaza  incluso en derivar en clara pandemia, pues afectaría incluso  por extensión a lo cognitivo e intelectual de esas clarividentes “primeras espadas” legislativas promotoras de dichos patentables inventos, que serían más propias de trileros, en su intento vano de engatusar a auténticos incautos; promotores, que incluso en su excelsa ingenuidad, estarán incluso  convencidos que el Tribunal Constitucional, las va a consagrar como si fuera auténtico  “bálsamo de Fierabrás” del mismo Quijote, aunque sea, por pura afinidad ideológica de la composición de su mayoría. Ardua tarea, puesto que si dicho Tribunal, tiene establecido en su reiterada Jurisprudencia, que “repugna al estado DE DERECHO, que unos meros hechos, existan o no”, ¿qué opinará que el propio derecho, la seguridad jurídica, y los propios derechos humanos, y en consecuencia fundamentales, existan o no,dependiendo del prisma de unos meros votos con el que se enfoquen?

   Lo que está claro, es que el Gobierno, está cogiendo la dinámica de crear una irrealidad inexistente, reproduciendo la que nos llevó al 1-0  en Cataluña por parte de unos tiranos de libro, ya relatados desde el mundo griego, pasando por las Partidas de Alfonso X, o el mismo Maquiavelo; para quienes los principios, valores y legalidad existente, sencillamente no existían en su claro “síndrome del emperador” en su mundo de sonrisas, la novedosa e inventada nueva democracia, sin límite ni limitación  alguna en lo concerniente a la libertad de expresión, pues todo se solucionaba con la mágica “goma de borrar”, por lo que, como los Hermanos Marx, iban descartando cláusulas, intentando borrar hasta el mismo “statuo quo”. Hasta tal punto, el gobierno, está asimilando esa dinámica, que incluso reproduce su propio lenguaje y actos: hoja de ruta, ir contra el informe de los Letrados de las Cámaras, coaccionar, contradecir y no acatar al poder judicial; y especialmente, lejos de ese progresismo que predican, el intento de llevarnos a un claro “derecho medieval” de bulas e inmunidades que sirvan incluso para ampararse de actividades claramente delictivas, que hasta nos hace recordar el propio Jorobado de París.

  Bastaría para cuidar su imagen y evitar ese craso error, que simplemente leyesen la propia Declaración Universal de Derechos Humanos, emitida por la Asamblea General de Naciones Unidas de 1.948, más la normativa europea de derechos de la propia UE., así como los demás tratados internacionales ratificados, que nuestro derecho, los introduce como interpretación obligatoria por el Art. 10.2 de la CE. Así observarían que todos somos iguales, con los mismos derechos y libertades, sin distinción alguna (igualdad en especial ante la ley), sin distinciones políticas, con derecho a la vida y seguridad (incluyendo la jurídica obviamente), sin obligación de someterse a torturas, derecho a recurrir a los tribunales y que estos, sean imparciales, (sin blindajes de ningún tipo, menos de los que especialmente vienen obligados a cumplir la ley), derecho al orden público….

  No es difícil observar, que los anteriores derechos, son lógicamente nuestros propios derechos fundamentales consagrados en la Carta Magna (Art. 14 al 29 y 30.2). En consecuencia, ¿cómo superaría un mínimo filtro jurídico el  intentar mantener que se pueden amnistiar delitos de terrorismo que no afecten a los derechos humanos?, máxime en un riguroso “balancig”, donde tristemente los únicos “bienes jurídicos a sopesar”, son el mero interés de un partido por mantenerse en el poder,  y de “otra parte contratante”, con euroorden de busca y captura en vigor que busca eximirse de su responsabilidad penal, -idéntica o superior de sus compinches sentenciados y condenados a prisión-, quien además aspira a regir el futuro del país, donde pretendió pegar su golpe postmoderno con sus solo aparentes meras sonrisas.

 ¿Dependería pues del mayor, menor dolo del potencial terrorista la misma pena?, ¿justificaría su absolución, cuando el fin es atentar contra la vida o la integridad física-moral a la que todos tenemos derecho por el Art. 15 CE., en una mínima tutela judicial efectiva del Art. 24.1?. En definitiva, ¿en qué clase de derecho hicieron campana en tal novedosa y pionera Universidad?

José Manuel Gómez