El gobierno de la Generalitat avanza a dos velocidades. Mientras JxCat parecen desbocados y se han convertido en unos malos imitadores de una primitiva y revolucionaria ERC. Este segundo partido está girando hacia la manera de hacer de la antigua Convergència de Pujol. Dos pensamientos que chocan entre sí y que siguen colapsando la política catalana. Así difícilmente se puede avanzar.
El vicepresidente y consejero de Políticas Digitales y Territorio, Jordi Puigneró, que no hace mucho tuvo una visión como Cyrano y, en vez de soñar en ir a la Luna, decidió crear la NASA catalana con nanosatélites, ha intervenido en la Universidad Catalana d’Estiu. Un evento que ha fracasado, porque cada vez se apuntan menos alumnos. La primera perla de Puigneró fue afirmar que “a pesar de la represión, el Estado español, votando, no nos ganará nunca”.
Y como que son independentistas, pero no tontos, porque les conviene seguir viviendo de este invento, tuvo un reconocimiento hacia las personas que siguen pensando o pensaron que algún día Cataluña se separaría de España y se convertiría en una potencia económica dentro de la UE. Porque, según ellos, la opresión de España les impedía estar a la misma altura que Alemania, económicamente hablando.
Pues bien, el vicepresidente Puigneró, sobre el procés ha señalado que “veo gente algo desanimada y pesimista. Soy un optimista escarmentado, pero no tenemos derecho a ser pesimistas, no nos lo podemos permitir. Desde 2010 han pasado muchas cosas, hemos avanzado mucho y aprendido mucho también en estos diez años. Hemos ejercido dos veces el derecho a la autodeterminación, el 9 de noviembre de 2015 y el 1 de octubre de 2017. Nos hemos autodeterminado dos veces, pero no hemos ejercido la independencia. Lo volveremos a hacer cuantas veces haga falta”.
Dentro de su mundo fantástico, en el cual se ve pisando la Luna y convirtiéndose en una potencia mundial espacial, sus palabras no aportan nada. Es el mismo discurso de siempre. Lo repiten sin cesar. Ellos se lo creen los jóvenes les están dando la espalda. Y ese es el gran problema del independentismo. Si quieren seguir viviendo de este chollo, necesitan una base joven que les siga manteniendo. Y no lo tienen.
El Ayuntamiento de Barcelona ha hecho una encuesta a la juventud barcelonesa. Pues bien, de los 15 a los 34 años los que apoyan la independencia sólo son el 32,9%. Esto significa que 1 de cada tres jóvenes barceloneses aún se cree el cuento de la independencia. Pongamos cifras. A 1 de enero de 2021 en esta franja de edad viven 1.710.184 jóvenes. Esto significa que 562.650 son independentistas y 1.147.533 no lo son. Esto es un duro revés, porque, por muchos que hayan hecho desde 2010, como dice Puigneró, lo que no han conseguido es que los jóvenes se hagan independentistas. A estos lo que les importa es conseguir un tangible: hacerse un futuro. Lo que Puigneró y todos los seguidores del procés les ofrecen es un intangible. Y sólo lo compran los jubilados y prejubilados, porque ya tienen su futuro hecho y cobran a final de mes.
Por su parte Oriol Junqueras se está convirtiendo en el nuevo Pujol. No lo llegará a ser nunca, pero lo intenta y se esfuerza en serlo. Como mínimo está intentando ser dialogante, creíble y poniendo el seny característico de los catalanes de bien por delante de eufemismos sin sentido como los de Puigneró.
De momento, a diferencia de JxCat, está a favor de la mesa de diálogo. Considera que ellos no se levantarán. No quieren, a ver si nos entendemos, quedar mal y que los comparen con sus compañeros de viaje y menos con Puigdemont. Por eso, de momento deja aparcado el referéndum, a no ser que este tenga un reconocimiento internacional. Y cuando habla así no
piensa en repúblicas perdidas o en países que poco tienen de democráticos. Al contrario, está hablando de la Unión Europea. Con lo cual él sabe que este órdago no lo ganará, pues las autoridades europeas han sido muy claras. Sin embargo, venderá a los suyos que están trabajando para ese reconocimiento. Que no deben tener prisa. Que lo importante es conseguir lo que están buscando y que todo esto cuesta mucho. Mientras tanto, pondrá encima de la mesa el sentido común -el seny- para ganarle el terreno a JxCat y, en unas próximas elecciones hacerse con todo el poder de la Generalitat de Cataluña.
Pero no nos engañemos. El sentido común de Junqueras es solo fachada. Pues ha declarado que “somos conscientes de que será difícil, porque el Estado no tiene ningún interés en reconocer nuestra independencia. Nos lo tenemos que ganar a través del voto de la gente, con un proceso que tenga todo el reconocimiento de fondo. Puesto que es evidente que nos tendremos que esforzar, y lo batallaremos”.
Y para seguir con la misma matraca de siempre, ahora incluyen nuevos países. Junqueras compara el procés, ahora, con el que en su momento llevó a cabo la India. Afirma que “el gobierno británico no les allanó el camino, y muchos líderes independentistas pasaron varias veces por la cárcel, pero todo el mundo sabe que acabó con la independencia de la India”.
Vuelve a errar al hablar de países que nada tienen que ver con Cataluña. La India fue una colonia británica desde 1857 hasta 1947. La palabra clave es “colonia”. La India siempre fue un país que, a lo largo de la historia tuvo influencias occidentales -Países Bajos, Francia, Reino Unido- y que volvió a ser país después de la marcha de los ingleses. La diferencia es que Cataluña nunca ha sido una colonia de España. Todo lo contrario, ha formado parte en un primer momento de la Corona de Aragón y desde Carlos I de España. Oriol Junqueras no es Jawaharlai Nehru ni Mahatma Gandhi. Sobre todo no es Gandhi. Aún le queda mucho para ser como él.
César Alcalá





