César Alcalá

La que está pasando en Cataluña es una vergüenza. Por suerte no son una mayoría, pero esta minoría abochorna a todos los demás. Incluso a los independentistas. Lo que ocurrió en el homenaje a las víctimas del atentado de las Ramblas no tiene nombre. Un grupo de 40 personas, que en vez de ir de excursión al Montserrat, decidieron ir a las Ramblas y, sin ningún aditivo en la cuerpo -o a lo mejor si- empezaron a lanzar proclamas y a aclamar a la impresentable de Laura Borras.

Muchos de esos 40 pastorcillos se dedicaron a decir que querían saber la verdad. Uno de ellos increpó a una víctima diciéndole que él también era víctima, porque era catalán. También que vinieron aquí -refiriéndose a Barcelona- para matar catalanes. Incluso que el CNI alentó al imán de Ripoll para que cometiera los atentados. Todo esto produce repugnancia y vergüenza ajena. Porque la mayoría de los catalanes no pensamos así. Sólo lo hacen unos pocos afectados por algún psicotrópico. Y me parece que estos ayer se usaron demasiado en las Ramblas.

Poco después de producirse estos hechos hable con Enric Millo que, por aquellos días era delegado del gobierno. La verdad es que estaba muy indignado. Sus primeras palabras es que le parecía vergonzoso lo que estaba ocurriendo en Cataluña. Y lo dice una persona que ama Cataluña y que le duele ciertas manifestaciones que se hacen y más cuando se explican mentiras. Eso es lo que más le duele.

Hay una serie de puntos a tener en cuenta sobre lo que ocurrió aquel día hace 5 años. El primero está vinculado a los mossos de escuadra. Se que estamos tocando un tema espinoso, pero es la realidad. Enric Millo comenta que la actuación policial de aquellos días no fue todo lo eficaz que se espera de un equipo de investigación anti terrorista. “De lo sucedido entre Barcelona y Cambrils, los controles anti fuga dentro de la ciudad las horas posteriores al atentado no funcionaron, estuvieron tres días moviéndose por Cataluña sin ser detenidos, y todos los sospechosos fueron abatidos, con lo que no se pudo interrogar a ninguno de ellos…”.

Y sigue diciéndome: “La Audiencia Nacional el día del atentado le asignó la investigación a los Mossos de Escuadra por una razón competencial de orden público, eso fue una decisión, en mi opinión, muy poco acertada, ya que quien tiene la mayor información y  experiencia en la lucha anti terrorista en España, por razones obvias, son los cuerpos especializados de la Guardia Civil y la Policía Nacional, no la policía autonómica.

Entonces la información sobre todo lo que estaba sucediendo en Barcelona y el resto de Cataluña no fluyó de manera ágil y coordinada entre los diferentes cuerpos y fuerzas de seguridad, ni el mismo día del atentado ni durante aquellos tres días fatídicos posteriores.

Yo estaba en el gabinete de crisis con el General de la Guardia Civil y el Comisario Principal del CNP, y lo sufrí personalmente.

Tampoco se solicitó la colaboración de los Tedax para el registro de la casa de Cambrils tras la primera explosión, y se impidió a ella el acceso de los equipos especiales de la Guardia Civil para colaborar en la investigación. Tampoco interrogaron al único testigo herido de la primera explosión, que permaneció hospitalizado toda la noche anterior al ataque terrorista del paseo de Cambrils, lo que podría haber aportado datos clave en aquel momento crítico mientras los terroristas seguían libres sin ser localizados. Algo inexplicable”.

A todo esto añade: “Incluso se valoró la posibilidad de decretar el nivel máximo de alarma por riesgo atentados, que conllevaría la opción de desplegar el ejército en las calles…, lo que hubiera generado una clima de máxima tensión precisamente en aquel momento ya con el anuncio verbal desafiante de celebración del referéndum ilegal en Cataluña. Finalmente quedó descartada esa posibilidad”.

Este es un resumen de la realidad que ocurrió aquellos días en Cataluña. Ni CNI, ni venir a asesinar catalanes, ni ideas alucinógenas de unos pastorcillos que tienen como deesa a Laura Borrás. Con eso está dicho todo.

Enric Millo se plantea escribir un segundo libro para explicar los atentados en Barcelona. Les recomiendo el primero “El derecho a saber la verdad”, donde hace un repaso desde el referéndum ilegal del 1 de octubre de 2017 hasta el 155, pasando por todos aquellos acontecimientos surrealista que muchos vivimos en primera persona por nuestro cargo político.

En el evangelio de San Juan (8:32) se lee: “veritas vos liberabit”. La verdad os hará libres. Hace años todos estos pastorcillos reclamaban ser libres para ser felices. Nunca encontrarán la libertad, porque desconocen la verdad. Por eso son interesantes libros como los de Enric Millo. Evidentemente si estos pastorcillos se lo leyeran entrarían en shock. A estos que ayer hicieron el ridículo en las Ramblas de Barcelona no les interesa conocer la verdad.

César Alcalá