A los ciudadanos les llama la atención que el Futbol Club Barcelona se considere más que un club. No está claro si esa creencia de supremacía respecto al resto de clubs del mundo, creencia que viene de antiguo, parte o partió de una junta directiva o de la masa social en un momento dado. Nunca ha sido explicado con precisión en qué se fundamenta ese “más”, ¿cómo podría definirse?
Quizá el “más” quede manifestado con las banderas separatistas (la estelada) que aparecen en el estadio con mayor o menor intensidad según la trascendencia del partido, pero, no ha sido confirmado. En consecuencia, la interpretación del “más” es una incógnita que alguien debería despejar en aras de la transparencia que se está imponiendo en instituciones y asociaciones.
Si el tema se centrara en las estelades, no es comprensible que el Barça acudiera a la final de la Supercopa de Catalunya con un equipo que no era el de las grandes ocasiones sino, más bien, todo lo contrario lo cual quedó patente con que no ganó el match siendo el favorito.
Que no ganara no preocupó ni poco ni mucho al entrenador, a la junta directiva o a los socios. Los espectadores que acudieron al campo fueron los únicos que se sintieron frustrados o defraudados al verse privados de disfrutar de los jugadores galácticos, aunque, no puede hablarse de un desplante porque la ausencia se conocía de antemano y, sin embargo, el Nou Estadi casi se llenó. La gente lo tolera todo y atiende la llamada aún a sabiendas de que el espectáculo estará depreciado.
Los que verdaderamente se sintieron frustrados o defraudados, fueron los separatistas por convicción. Fue una ofensa para ellos que la Supercopa de Catalunya se devaluara sin compasión. Se convirtió en un trámite que había que cumplir para quedar bien con no se sabe quién.
¿Es o no es separatista el Barça? Éste es uno de los muchos dilemas que se halla pendiente de resolver. Si se toma de referencia como trató a la Supercopa de Catalunya, no lo es, pero, si la referencia es su permisividad con las estelades, lo es.
Es dudoso que el Barça pudiera conservar una plantilla equivalente a la actual en una Catalunya independiente por falta de una liga de primera división en la que competir. Tampoco es muy coherente que ahora invierta en la ampliación o reforma del Camp Nou. Al parecer el proyecto va en serio lo cual puede significar que el Barça tiene la razonable seguridad de que la independencia nunca será un hecho.
M. Riera