La imagen que está dando de los catalanes el señor Rufián, co-portavoz de ERC en el Congreso, es deplorable. En general, los catalanes no son así  aunque siempre se puede encontrar alguno, el señor Rufián por ejemplo, pero son una minoría intrascendente, sin embargo, para los españoles de fuera de Catalunya, este señor se ha convertido en prototipo de como la tradicional elegancia y saber hacer de la estirpe catalana ha ido degenerando con el paso del tiempo y se halla en trance de desaparecer.

Con la toma de posesión del suplente en las Cortes del señor Homs, el señor Guillaumes, también ocurrió algo similar que con el señor Rufián. El hombre quiso ser creativo y prometió lealtad a la Constitución por imperativo legal y ju-di-cial  y para terminar echó mano de una frase taurina: “Va por ti Quico”. El Kiqu es el señor Homs, este señor que, entre otras cosas, aborrece las corridas de toros porque son una creación española. La virtud separatista de hacer quedar continuamente en ridículo a Catalunya, se contagia como la peste en la Edad Media.  La ventaja es que el ex concejal de Mollet del Vallés, no será portavoz y no podrá despachar demasiadas originalidades. El problema es que el señor Rufián sí es portavoz sin que haya  aprobado ningún curso de oratoria básica. Utilizar  los calificativos  de “gánster, mamporrero y lacayo” en un foro que exige alto nivel, señala el error cometido por quienes lo situaron ahí. Los votantes tendrían que reclamar una representación con dignidad.

Lo cierto es que los voceros de la independencia están nerviosos y se les descontrolan las emociones. El tiempo se les echa encima y no hallan una salida airosa. La prueba está en que el señor Junqueras sin encomendarse a nadie, probablemente ni a sí mismo, dice que si tienen dificultades para celebrar el referéndum (parece increíble que a estas alturas no tengan la seguridad  de que van a tenerlas), proclamarán la independencia con una simple votación de mayoría simple en el Parlament. Ésta afirmación es un auténtico esperpento impropio de un político que pretende ser padre de un nuevo Estado, que es vicepresidente de un ejecutivo y que, además, busca apoyos en Estados extranjeros.

También el señor Puigdemont sufre una crisis de falta de reflexión previa. Dijo que ninguna democracia puede permitirse inhabilitar el trabajo de un Parlamento y que si lo inhabilitan, inhabilitarán a todo un pueblo. No se ha enterado que la base de la democracia es el respeto a la ley y que en cualquier caso, sólo quedaría inhabilitado entre el 46 y 48% de ese pueblo. El resto se quedaría la mar de tranquilo y contento por haber salido de un sueño con pesadilla incorporada.

M. Riera