marianoLos catalanes cada vez son más clarividentes y saben mejor qué es lo que les conviene y qué no les conviene. Ninguno de los cuatro libros escritos en honor y loa del president que surgió de un apaño de última hora, ha aparecido en la lista de libros más vendidos por Sant Jordi. Ni en los de ficción ni en los de no ficción. Parece ser, sin embargo, que las tiradas impresas fueron limitadas. Algo se temían las editoriales y rehusaron correr riesgos innecesarios para no quedarse en el almacén con fondos obsoletos desde el momento del lanzamiento.

El tema literario del separatismo catalán ya no interesa a nadie o, para ser justos, sólo interesa a unos pocos recalcitrantes. De éstos, también es bueno que quede alguno en beneficio de la pluralidad democrática, pero, es evidente que se trata de una especie en extinción para la que no se ha previsto ninguna  actuación de conservación.

Sant Jordi ha probado que el señor president actual no despierta pasiones, ni grandes ni pequeñas. Había que cubrir un cargo público y alguien se fijó en él, pero ni un solo elector sabía cuando votó que él ocuparía ese cargo. Fue un caso de desvío del objetivo del voto aceptado con mansedumbre por la feligresía. El jefe lo quiso así  y así se hizo. Ilegal no fue.

La consecuencia de la maniobra es que los libros sobre el president han fracasado. Es un dato a tener en cuenta por los que se empeñan en ejercer el dret a decidir porque están convencidos que ganará el sí. En alguna cosa ha tenido que influir la paupérrima salida comercial de los libros sobre el president cuando éste a las pocas hora proclamaba que descartaba aspirar a la reelección e, incluso, a ser secretario general de CDC. Por lo menos, en este aspecto el señor president conoce sus límites y admite que no sería rentable para el partido.

El mismo 23 de abril hubo un diario que en su versión web publicó en primera pantalla “Sant Jordi: 40 años en libertad”. Es curioso que ese mismo diario en su versión impresa del día siguiente  ignorara ese titular. Quizá fue amonestado por la osadía de decir una verdad que a los secesionistas no les interesa que se divulgue en exceso.

M. Riera