marianoEl fiasco de la Grossa puede ser un referente de la progresiva decadencia del proceso soberanista. Para que la Grossa tenga éxito y se consolide, lo primero que se tiene que hacer es cambiarle el nombre. La marca La Grossa suena mal,  pocos se identifican con ella, es despectiva, puede llegar a ser ofensiva. Con el proceso soberanista ocurre otro tanto, no transmite sensaciones positivas sino todo lo contrario: separación, segregación, soledad, exclusión. En el discurso de fin de año se omitió del decorado la bandera de España y la de la UE. Mal síntoma ese para la convivencia, la concordia vecinal y las buenas relaciones internacionales. ¿Cómo va a conseguir el President que dos tercios de electores que no apoyan la secesión, lo hagan si se olvida de ellos y monta un discurso sólo dirigido a sus acólitos y al jefe de la oposición? El sistema de captación de nuevos clientes falla mucho. Con la cantidad de veces que se han reunido, el President tiene que recurrir a un mensaje institucional para recordar a su contrincante que es necesaria la unidad de criterios sino todo se irá al traste. Es curiosa la versión de que únicamente se conseguirá algún logro si se sigue la estrategia del President.  También es paradójico ese empecinamiento en reclamar unidad para desunir. Si una persona se siente con vocación unitaria, la siente para todo. Quizá la ambición sea construir un país uniforme donde todos sus ciudadanos piensen igual, donde la pluralidad democrática sea una falacia y donde pensar distinto sea una temeridad. El President asumió personalmente el riesgo de la decisión sobre la legislatura. En democracia esas posturas heroicas no caen bien, la democracia está para erradicar personalismos y velar por el interés general. Hay muchos ciudadanos que cuando oyen “yo asumo el riesgo”, se ponen a temblar. ¿Cómo asumirá el riesgo? ¿Quién indemnizará los perjuicios que sus decisiones puedan causar a la población?  El President dijo que el 9-N miles de catalanes hicieron un ejercicio de democracia, pero, no dijo que fueron muchos miles más los que no lo hicieron porque han aprendido que sin ajuste a la ley no hay democracia sino anarquía. Dejó claro que está enfrentado al Estado pero no concretó que el enfrentado es él y no Catalunya. Se refirió a la transparencia, pero, no mencionó lo que preocupa, por ejemplo, la garantía que tiene la Catalunya independiente de pertenecer a la UE.

M. Riera

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