Como cada verano, siguiendo el sabio consejo de Miguel Delibes: “ En el verano los españoles para el Norte, y los guiris para el Mediterráneo”, he tenido la suerte sumergirme en el extraordinario permanente verdor gallego y sus brisas atlánticas, las “Rías Altas” en concreto, uno de los pocos lugares de España que como de costumbre, han evitado las sucesivas olas de calor del tórrido verano, donde se han batido, todos los records históricos de calor y de incendios existentes, y que han asolado al conjunto del país. Es triste, cuando las llamas, – un clásico por desgracia de cada año- se convierten en el principal protagonista, desolando nuestros bellos paisajes, quemando casas e incluso aldeas enteras (caso del Caurel en Lugo), arrasando todo signo de vida animal y vegetal, matando y desplazando a sus habitantes; haciendo de nosotros, meros espectadores televisivos ante tal dantesco espectáculo.
Ríos de tinta en la prensa, acaloradas discusiones en cientos de tertulias, ideales solo para las cuotas de pantalla televisiva. Recelos, sospechas, investigaciones de las posibles causas; acusaciones mutuas entre administraciones competentes, a cual más negligente en la necesaria prevención inexistente, que a falta de soluciones, se despachan culpabilizando del serio problema al mero “cambio climático”. No solo pasa aquí, miren Uds. – nos dicen- el resto del mundo. Y es cierto, nunca antes, pues solo ocurre desde hace un lustro, habían ardido durante meses enteros todos los continentes (Sudáfrica, California, Amazonia, todo el sur de Europa, Sur de Asia, Amazonia, Australia – estos dos últimos con cientos de focos al mismo tiempo el año pasado por ejemplo-) Pero tranquilos, no hay un “plan criminal internacional”, pues no lo hacen los polos, por el hielo naturalmente, o lo que queda de los mismos. Digo lo anterior, pues algunos mal pensados, rumorean que las grandes navieras, están buscando pasar por encima de Alaska para conectar el Este y el Oeste, y evitar pagar así los canales de rigor. La otra alternativa, será que alguno tendrá previsto vendernos oxígeno, pues bromas aparte, si no fuera por las ¾ partes de mares, el tema ya sería más que preocupante. Un dato objetivo: “desde 1960, ninguna otra generación anterior, ni siquiera en conjunto, habría diezmado tanto el planeta”. Es obvio, que somos “sapiens” únicos.
Las redes sociales, para no ser menos, también ardieron de opiniones diversas, unas más o menos acertadas y objetivas. Alguno, hasta mostraba una lista, probando conforme en todas las provincias afectadas, curiosamente, estaban programados “parques eólicos”; otros insinuaban planes urbanísticos. Lo mismo se comentaba sobre el desastre del pirómano vecino Portugal. La sensación, es que “algo huele no sé si a quemado o podrido, y no precisamente en Dinamarca”.
Mucho ruido de opiniones en definitiva sin duda, pocas nueces a forma de ideas o soluciones ante tantas posibles causas y factores que intervienen en este drama constante y permanente anual, razón por la que uno opta por hacer algo que obvian sistemáticamente los políticos, cual sería “poner la oreja y escuchar al sabio pueblo”, lo cual obviamente requiere tiempo y observación. Así, va escuchando esa España “vaciada” y sus gentes a las que no se les termina de dar el lugar que realmente les corresponde como mayoritario territorio que representan, quienes a modo de cosecha, cada uno va soltando su granito de ideas o razonamientos, que en conjunto hacen un auténtico granero de causas y posibles soluciones:
- No se les permite cortar su propia arboleda, para los que se les exige unos dificultosos trámites administrativos que la mayoría de las veces les representa un desplazamiento a sus respectivos lejanos ayuntamientos. Eso podría explicar el que hayan ardido aldeas enteras como Folgoso del Caurel por ejemplo. Eso no es nada, en comparación con el riesgo máximo latente en la mayoría de urbanizaciones existente por todo el país, donde los arboles prácticamente hasta entran en las mismas casas y que un día no muy lejano serán causa de verdaderas tragedias humanas y materiales. Otras veces, se les exige a golpe de ordenanzas municipales y amenazas de multa, limpiar sus parcelas, aunque ello no suponga riesgo inminente de incendio alguno, pura estética dicen, o posible mero capricho del vecino denunciante. Ingresos económicos por multas en definitiva como una fuente de financiación más.
- No se les permite, o bien a cuenta gotas,- y con otro no menos prolongado papeleo oficial-, hacer quemas selectivas y acotadas de “monte bajo” , todo ello, fin de que puedan pastar los animales de los cuales más que vivir, malviven, pues nadie está por la labor de darle lo que les corresponde: una mínima “dignidad económica”, y donde los intermediarios, sea de la carne o de meras frutas y verduras, incluyendo grandes superficies, les imponen unos precios tercermundistas, caso de la carne de ternera por ejemplo, que se viene pagando como los años 80, cuando los piensos se han incrementado cientos de veces; o pagar la leche por debajo del coste real. Para más salsa, sin previa consulta a los sectores afectados que pagan sus impuestos, se importan mercancías de otros continentes, contra la pura lógica de evitar la contaminación en base a no se sabe que pactos o tratados económicos existentes, que menos se sabe a quién benefician.
Efectos de no permitírseles esas quemas selectivas: inmensa maleza que impide el pastoreo, e incentiva a modo de auténtica gasolina las llamas de los incendios.
- No se incentiva, ni se financia el pastoreo de cabras y ovejas, cuando es algo fundamental en la necesaria limpieza del suelo de los bosques a los que se abandonan a su suerte, o al pirómano de turno que pase, o viva en el lugar.
- No se incrementan ni renuevan las brigadas de limpieza, o se les despide en los contratos temporales, antes incluso de desaparecer las sequias, y que fue una de las causas objetivas de los enormes incendios en Galicia hace unos años.
- La misma despoblación, incentiva el crecimiento del bosque que lo aproxima a las casas, despoblación y soluciones que solo solucionan gastando banal y económica saliva nuestros políticos, prioritariamente en periodos electorales, donde dicen que van a dar las herramientas oportunas para dar calidad de vida a sus habitantes: internet, servicios…. La realidad, posteriormente se encarga de decirnos que todo fue un sueño de verano; o en el mejor de los casos, si se hizo, hay que ir a coger cobertura del móvil a tal o cual lateral del pueblo para lograr así una mínima señal óptima. De los bancos, su prepotencia y abandono de sus fieles clásicos clientes, ya mejor no hablar, pues como buenos necios, confunden valor y precio.
- Es una lástima tal negligencia política de afrontar tal esencial problema, que lo único que va a conseguir es agrandar una ya insalvable España de dos velocidades, lo que a su vez, será verdadera gasolina futura para los nacionalismos fruto de esas desigualdades que tenderán a agrandarse en contra de los mismos mandatos constitucionales. Se desaprovecha además, una verdadera ocasión histórica con fondos europeos, al no promocionar el teletrabajo para equilibrar esa población, afectando así directamente al incremento de la ocupación de la propiedad inmobiliaria en el ámbito urbano, que además sale gratis para el Gobierno, pues la carga asocial e inconstitucional se hace por reales decretos a cuenta de las propiedades privadas.
- Impedimentos de todo tipo, conforme no pueden restaurar una antigua pista o camino, pues pasa tal o cual lagarto, salamandra o culebra en peligro de extinción. Acuérdense de aquel andaluz que hace aproximadamente veintitantos años, lo multaron con un millón de pesetas por cazar un lagarto verde.
- Impedimentos y fuertes multas por simplemente limpiar los ríos de broza y desprendimientos de árboles, cuando luego, pueden incrementar y agravar las riadas; inactividad de limpieza obligada, que incluso repercute objetivamente en la existencia de truchas que precisan de luz solar y no constantes sombras de los árboles y maleza.
Múltiples otras causas nos dejamos sin duda en el tintero, pero creo es suficiente para ver la desidia existente, y la absoluta falta de previsión e interés por algo tan primordial que repercute necesariamente en nuestra calidad de vida y viabilidad como especie en un futuro inminente, en un país, donde ya hace muchos años decía un premio nobel: “compren propiedades en el Norte, pues a cincuenta años, España será un desierto”. Creo que Miguel Delibes, con su inmenso amor al campo y a la naturaleza, lo captó con su fino olfato mucho antes.
Aún siento el eco de las sabias palabras de mi amigo Eduardo, en una placida tarde que dedicamos anualmente a “arreglar” altruistamente el país, allá en la alta montaña de Cervantes (donde dicen, venia la estirpe del universal Miguel), el cual me decía: “Nuestros abuelos y padres, hacían y deshacían trabajando las tierras, cortando y plantando, pues tenían potestad para hacerlo, mientras ahora, en pleno S.XXI, como si fuésemos vasallos, se nos priva de trasmitir a nuestros hijos nuestra propia forma de vida y de hacer. No solo nos privan del futuro con una mínima calidad de vida (sanidad, educación…) sino que además nos prohíben mantener la ya poca actividad existente. Se nos ignora, no se nos escucha, y encima, nos multan y sancionan”. Incluso desde Bruselas, se nos dice que plantar y cuando.
Luego proseguía: “Y en cuanto a los permanente incendios, que irán sin duda a peor, el problema es que no hay “plan B”, al fallar el “A” que sería la desidia; ni piensan en una solución alternativa a los “pequeños cortafuegos” existentes, la mayor parte abandonados o sin el preciso mantenimiento, cuando, lo lógico, pese al gran coste (que se desamortizaría el solo, sin contar las seguras ayudas económicas europeas) sería “hacer cuadrantes en el país”, es decir, frente a especuladores de mil ocultos intereses, rayos, pirómanos, intereses de las papeleras, cambios urbanísticos del suelo, parques eólicos…, en caso de quemar un sector, no se quemaría otro; lo cual generaría además una considerable creación de empleo. De esta forma “una sierra montañosa, estaría fraccionada en tantas partes, aprovechando la mejor orografía de cada zona para hacerlo de la manera más económica, de tal forma, que quedarían incomunicadas unas partes respecto de otras, evitando así que se propagara el fuego.
Me callé meditando para mi interior de tal sabiduría que no estaría mal la adoptara algún político con visión y previsión de futuro, evitando así el “statu quo”, es decir, no hacer nada; pues dicen que solo el loco, es el que cambia el mundo, como dijo una vez otro sabio.
José Manuel Gómez
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