En septiembre de 2022, se publicaba en este mismo periódico un artículo, titulado “Los incendios forestales tienen solución” al cual podrán tener acceso, viendo así los antecedentes del presente. En el mismo se indicaba, que “desde 1969, ninguna otra generación anterior, ni siquiera en conjunto, habría diezmado tanto el planeta”, y ello es tanto por “tierra, mar o aire”, donde no se escapa ningún continente, salvo los que están helados, o los que quedan de estos mejor dicho, cuyo retroceso en sus capas de hielo, al igual que los glaciares es un hecho notorio, y que solo algunos iluminados persisten en negar, excepciones que no son ajenas a sus propios intereses de élite de sus empresas y negocios, algunos legales y otras de dudosa legalidad, pues salta a la vista, que hay verdaderos intereses bastardos en juego, sean proyectos de recalificación inmobiliarios, parques eólicos, venta de leña a precio de saldo …..
El verano de 2022 fue uno de los más trágicos conocidos, y este año, acorde a la evolución del cambio climático que se constata por falta de lluvias, unido a la absoluta omisión de previsión por parte de las instituciones implicadas, promete darnos otro espectáculo dantesco aun mayor, razón por la que en ese artículo previo, ya se indicaba que las palomitas, la pantalla de televisión para las audiencias estaba garantizada, especialmente para los infinitos pirómanos.
Es obvio que el cambio climático es evidente, pero sin descartar un hipotético plan criminal a nivel internacional, cuyos autores y objetivos son del todo desconocidos, puesto que nunca ardieron todos los continentes sin excepción meses enteros como en el ultimo lustro ( Siberia, California, Amazonia, Sudáfrica, Sur de Europa….) que hasta incluso dan para especular si no habrá un plan estratégico geopolítico para alterar monzones, empobrecer regiones, o sencillamente vendernos aire, puesto que con la población mundial existente, si no fuera por las tres cuartas partes de mar, no es desaventurado pensar que “el aire sería un bien escaso” que tendrán que afrontar de forma inmediata las generaciones venideras.
¿Qué se hace a nivel institucional para afrontar esta realidad pirómana? Sencillamente nada o muy poco, y más bien se limitan a culpabilizar simplonamente al cambio climático. ¿Qué reflexión hubo en nuestro país al respecto? “ninguna”. ¿Qué nuevas medidas se han adoptado para evitar el drama cantado este verano? “ninguna”. ¿Qué previsiones hay que se rectifique, más en esta fase final de gobierno y de elecciones? “ninguna”, es decir que una mínima cabeza pensante, como diría Machado, ni está ni se le espera, pues lo máximo que sale ocasionalmente es un responsable de turno de bomberos o de incendios forestales temblando y avisando de lo inminente: “fuego”. La tragedia puede ser aun mayor, pues observen las miles de urbanizaciones, en que “los arboles entran casi por las puertas y salen por las ventanas”, y creo que en esto, “ni una de diez cabezas” se le ha pasado ni tan siquiera por su imaginación prevenirlo. Eso sí, cuando ocurra, tengan por seguro que no dimitirá ni el apuntador.
¿Quién tiene constancia de algún cargo institucional, que cobra regularmente una nómina considerable por evitar la catástrofe medioambiental certera y segura de los próximos meses se manifestara al respecto? Lo máximo que se observa ocasionalmente, es un experto en alguna entrevista que indica su parecer, pero resulta que ese experto, trasmite únicamente las consignas del político de turno del cual cobra, por lo que difícilmente va a proponer revolución ni imaginación alguna en un mínimo plan “B”.
¿A qué labrador, pastor le piden su opinión en ese tema tan vital, en que le va incluso el futuro de su negocio y familia, en especial en la España vacía? “Ninguno”, y más bien los que dictan la estrategia y las normas son personas urbanitas con claro desconocimiento del terreno, costumbres, casusas y posibles soluciones. Es decir, la democracia a lo Juan Palomo en cuanto al guiso del desaguisado que montan, bajo el lema populista de todo para el pueblo, pero sin preguntar al pueblo, aunque ahora sea soberano.
¿Qué dicen los que viven sobre el terreno? La realidad que no se quiere asumir: 1) que les restringen la quema de matojos y bosque bajo, vital para su ganadería, por lo que algunos optan por la brava ante tal dictadura institucional (¿recuerdan las imágenes de helicópteros expandiendo el fuego, o el empleo de pobres conejos con el mismo fin?) ,; 2) lo mismo podría predicarse de los cazadores que son conscientes que sin ese bosque bajo, no tendrán cobijo especies objeto de caza, perdices por ejemplo; 3) No les dejan cortar incluso su propio monte, o si lo hacen a cuentagotas y con unos requisitos administrativos absurdos; 4) Lo mismo puede predicarse del limpiado de los ríos, que también se institucionaliza, y a unos precios que a más de uno le sorprenderían si fueran conscientes, y que no deja de ser mera fachada, en cuanto se limpian únicamente donde los ve el administrado, es decir al borde del camino o carretera.
Indicaba ese artículo, como un campesino norteño, expresaba su lapidaria opinión al respecto, y que reflejaría el pensar de esa inmensa España vacía: “Nuestros antepasados, cortaban, araban, sembraban, transformaban y mantenían las tierras heredadas controlando así el fuego, mientras que hoy, donde no está ya deshabitado, todo son prohibiciones que cuestionan incluso nuestro futuro y el de nuestros hijos”. Luego, en esa reflexión sabia indicaba: “los cortafuegos no se mantienen; los que existen son de unas dimensiones mínimas que no impiden el paso del fuego; no se invierte en mantenimiento lo suficiente; la mano de obra para combatir el fuego se contrata de manera ocasional, -motivo notorio de responder con fuego los perjudicados-, y en definitiva hay un gran oculto negocio detrás del fuego ( coste de helicópteros, avionetas).
Para concluir, en ese mismo artículo, también se proponía una incentivación de macro reforestación a lo que la sensibilidad y los fondos europeos no pondrían objeción alguna en este panorama continental e internacional desolador, más en un país abocado a la desertización inminente. En el mismo sentido, se insinuaba algo imaginativo, costoso pero garantista que justificaría plenamente la inversión: parcelar el bosque e incluso las sierras por los lugares estratégicos que permitiese la orografía para ser más económicos, y cuyos resultados podrían ser espectaculares en cuanto a la tranquilidad que de quemarse voluntaria o involuntariamente una zona, no afectaría a las restantes. El resultado de estas mínimas y lógicas propuestas, podrán adivinar, ha sido el mero eco del que lo propone. Conclusión: prepárense para un nuevo, PIN, PAN, “FUEGO”, a lo Nerón, que arda Troya, Roma e incluso Alejandría. ¡Ah, por cierto, no se olviden las “palomitas” ¡, en especial los pirómanos, pues el dantesco espectáculo para la flora y fauna, está garantizado y, solo falta por saber cuántos profesionales y ciudadanos inocentes morirán este año intentando escapar o simplemente apagándolos.
Para los que puedan tildar el artículo de pesimista, recordarles que “un pesimista es un optimista bien informado” como dice el dicho. A estos, al menos los voy a alegrar un poco más el día, recordándoles como es notorio, que ante cambios de signos políticos postelectorales de gran entidad como los que se avecinan, suele haber un claro incremento de incendios, posiblemente explicado por el “cambio de políticas y de poderes locales” que tienen las competencias forestales y de extinción. Si la teoría es cierta, que lo es, y reflejan las hemerotecas, habrá “más fuego”. Otra alternativa para ser optimistas, sería cantar la famosa canción de verano de “la barbacoa” de Georgie Dann para darle más leña a la fiesta ya nacional.
José Manuel Gómez