César Alcalá

La palabra de la semana ha sido indulto. Se ha repetido por activa y por pasiva que el gobierno quiere indultar a los políticos catalanes y también conocemos las voces en contra. Según el presidente Pedro Sánchez, se tiene que dar porque no debe haber revancha ni venganza. Cualquier declaración es respetable. Ahora bien, es bueno hablar sobre ellos y explicar lo inútil de concederlos.

En líneas generales poco nos tendría que importar este tema. No es un asunto nacional. Son una serie de personas que cumplen condena por algo que cometieron. En este caso poner en práctica una DUI, o dicho de otra manera, orquestar un golpe de estado para separar Cataluña de España a la fuerza y sin que el resultado final fuera posible.

Hemos de decir que algunos de ellos, con dos dedos de frente o conocedor que aquello era una locura, y que se había asomado a un precipicio sin ninguna gana de tirarse por él, pidieron en privado que eso terminara. Uno de ellos fue Junqueras, que le pidió a un destacado político que lo inhabilitaran. Evidentemente no le hizo caso. Ellos solitos se habían metido en ese lio y ello tenían que salir de él.

El juicio por el procés no fue un acto de venganza ni revancha por parte del Tribunal Supremo. Este dictó sentencia cumpliendo la ley. Y podríamos decir que la ley se ha de cumplir. Y aquí está el debate. ¿Deben ser indultados? Una parte piensa que si para que las agua vuelvan a la normalidad y se pueda plantear un diálogo entre Cataluña y España. Otros piensan que no y, lo más significativo es que muchos separatistas están en contra del indulto.

El nuevo presidente de la Generalitat, Pere Aragonés, comentó que, a priori, aceptaban los indultos. Ahora bien, ellos querían la autodeterminación y la amnistía. Con lo cual estamos en las mismas. Lo primero es imposible. Como también lo es un referéndum como el de Escocia. No se puede plantear nada de todo esto porque, aplicando la historia y la lógica, es inviable. Como decía Rafael el Gallo: “lo que no puede ser, no puede ser y además es imposible”.

Turull junto a los otros exconsellers entrando en la Audiencia Nacional

Pedir la amnistía es hacernos trampas al solitario. La amnistía extingue por completo la pena y todos sus efectos. Es decir, no ha existido nunca lo que hicieron y se hace borrón a unos hechos. Esto es lo mismo que la anulación del juicio a Companys. Ahora resulta que no fue juzgado ni fusilado. Esa parte del independentismo es feliz porque consideraban injusto aquel acto tan inhumano contra un presidente de la Generalitat. Ahora bien, consideran normal que miles de catalanes murieran en la retaguardia y para esos nunca ha habido un perdón ni un “lo siento”.

Dicen que el indulto destensará la cuerda y se volverá a un diálogo. Y la pregunta es: ¿quieren dialogar? Esa es la clave. Ellos siempre van a máximos. Ponen en cima de la mesa todo aquello que saben nunca conseguirán. Y, ¿por qué? Les encanta vivir del victimismo. El “no me hacen caso”, “no respetan nuestras libertades”, “nos sentimos menospreciados” … Y a estos argumentos añaden otro “porque nosotros tenemos presos políticos y exiliados”. Y esta es la clave. Su comodín.

El independentismo quiere mártires y ahora la los tienen. ¿Qué harán cuando los indulten? Se sentirán huérfanos, porque a excepción de los de Waterloo y las que están en Suiza, se les habrán acabado los argumentos. Ya no podrán decir que “tienen presos políticos”. Esa baza ya no la podrán utilizar. Se pueden inventar que esos a esos políticos España no los ha querido amnistiar y volvemos otra vez con el mismo mantra.

Desde hace tiempo las cosas se han hecho muy mal en Cataluña. Todo lo empezó Rodríguez Zapatero, cuando propuso un nuevo Estatut que nadie pedía. Que no era necesario. Y de serlo algo, se podían incluir cambios en el viejo, pero no hacerlo de nuevo. Ahí empezó todo. Luego vino Artur Mas, Mariano Rajoy, Carles Puigdemont, Quim Torra y Pedro Sánchez. Todos lo han hecho tan mal como han podido. Han enquistado un tema de tal manera que nadie sabía como salir de él sin hacerse daño.

Lo más sencillo hubiera sido decirle la verdad a la gente. Una gran mayoría se han dado cuenta con el tiempo que los habían engañado. Los muy cafeteros siguen creyendo en esa quimera. También creen en ella aquellos que sobreviven económicamente de procés. Esto últimos no quieren que se acabe, porque les desaparecería su fuente de ingresos. Y es que muchos han entrado en una rueda como los hámsteres.

Victimismo, mártires, autodeterminación, amnistía. Los cuatro puntos cardinales del independentismo. A partir de aquí los indultamos y se empieza a trabajar para borrar esos términos santo y seña de unos políticos que han encontrado en la confrontación su manera de vivir, ante la imposibilidad de gobernar, porque no lo saben hacer.

Si alguien cree que los indultos rebajaran la tensión y que empezará el diálogo, es que conoce muy poco la forma de ser y de actuar de estos personajes. Saben que forzando la cuerda no conseguirán nada de aquello, pero si prebendas, como los últimos 1.500 millones que les ha dado Sánchez. Cuanto más tensan, más reciben. Y esta realidad no la quieren perder porque, en su interior, se consideran superiores a las otras comunidades y por eso deben recibir más de todo.

Así pues, no sabemos qué nos deparará el futuro, pero el vinculado con estos personajes sí que lo sabemos. Seguirán igual, pedirán más, se les dará y días sí y día también protagonizaran sus pequeños aquelarres para mantenerse en la cresta de la ola. Porque ellos son así y no pueden hacer otra cosa.

César Alcalá