Roberto Giménez

Profesionalmente, he tenido mucha suerte en Granollers que es mi ciudad de adopción desde los diecinueve  años. En primer lugar al conocer a Joan Viñallonga que me abrió las puertas de la Revista. Recuerdo como si fuera hoy la semifinal de la Copa del Mundo de 1982 en el que jugaba Italia contra Polonia. Joan me dijo que había pensado en mi para que fuera director de LA REVISTA DEL VALLÈS. Al año siguiente tenía que hacer quinto de periodismo. Me dijo que tenía  que escribir una columna de opinión política que titulé LA IDEA.

 Hablaba de actualidad nacional porque no sabía nada de la local. Él fue mi introductor en la ciudad vallesana. Fue un padre político, y no le defraude en lo profesional. Nos tratamos como hermanos adoptivos. Mis artículos hizo creer a la empresa que era un abogado…

Al frente de la Revista me hice amigo de tres personas mayores del Consejo de Administración por este orden Pere Viaplana, su amigos de infancia le llamaban Peret, el ex alcalde Francisco Llobet y el tercero era  José Antonio Cabrera presidente de la Mutua del Carme. A los tres les llamaba de usted, Cabrera me dijo que lo tuteara nunca lo hice. José Antonio, un hombre de fuerte personalidad, emparentado con el alcalde socialista, Josep Pujadas, y desde muchos años presidente del BM GRANOLLERS.

 No me llevaba bien  con el Consejero delegado, Lluis Sitjes Ballescà, era un buen relaciones públicas pero teníamos nuestras diferencias personales. Sitjes no soportaba mi independencia. Los cuatro están muertos porque eran de la generación de nuestros padres.

Pero hoy quiero hablar de José Antonio Cabrera que no se llevaba bien con mi presidente Viaplana, no sé bien porque: yo apreciaba igual a los tres, todos tenían fuerte personalidad y eran honestos…

Pero a mediados de los 80 denuncié a Yétor que era el director de La Mutua por incidencias en el cargo. Viaplana el anterior gerente estaba avergonzado porque lo había elegido, me informó el comité de empresa, siendo José Antonio Cabrera presidente de La Mutua, viéndose obligado a despedirlo.

Desconocía lo que ocurría, pero que saliera eso en la portada le cabreó, y un día cuando ya me tenía confianza me dijo literalmente: ‘Roberto, tu tienes el ángel de la guarda porque al ver tu portada te habría soltado  una bofetada’. Al decírselo a mi presidente río y me dijo que Cabrera era así de bruto…

Roberto Giménez