Roberto Giménez

En esta época de noticias falsas que ha puesto de moda el presidente estadounidense Donald Trump y aletean sin rubor todos los medios de comunicación de prensa, radio y televisión desde los locales a los nacionales que me sonrojan. Ha salido un tuiter firmado por un militar que dejó su uniforme en el cofre del olvido de una buhardilla con alacranes prohibidos con hiel. No quería escribir para no dar pábulo a esta mala historia…

Nunca me ha costado tanto tiempo escribir este artículo, nunca. Cuatro días desde el día que lo oí he estado dando vuelta al asunto como si fuera el tambor de una lavadora que había tanto tiempo  rodando hasta marear la ropa. Sólo un loco de atar podría haber escrito para su foro de amigos que habría que fusilar a veintisiete millones de españoles, un 60% de la población, millones de muertos más que en la Gran Guerra (la I Guerra Mundial).

Porque el escritor gerundense José María  Gironella escribió una tetralogía de novelas de la guerra civil: Los cipreses creen en Dios (1953), un millón de muertos (1961). Ha estallado la paz (1966) y los hombres lloran solos (1986) que todos los lectores de mi generación hemos leído; que obtuvieron un éxito notable (vendieron seis millones de ejemplares, el cuarto pinchó porque salió en la democracia) porque escritor era franquista había que serlo para publicar libros en la dictadura.

 Los críticos como Ruedo Ibérico, del PC, se editaban en Hispanoamérica.

El segundo Un millón de muertos fue oficialmente lo que el Régimen del 18 de Julio dijo pero fue una exageración: murieron quinientos mil españoles, ciento sesenta mil fusilados durante y después de la guerra (los nacionales cien mil y los rojos sesenta mil. EL 60% en el frente el resto en la retaguardia…

Los 120.000 militares hoy celebran el Día de la Constitución que defienden este 6 de Diciembre en el que han caído ochenta compañeros en defensa de la paz mundial al servicio de los demás, lo digo con orgullo como todo bien nacido.

Así que tengo un amigo de joven coronel de Tierra que conocí en la calle Mayor de Lleida  durante el franquismo que hace tres años se retiró como coronel del Ejercito de Tierra; le pregunté por el innombrable  coronel y me contestó que como está en activo no quiere hacer declaraciones pero que los foros ‘los carga el diablo’.   

Roberto Giménez