Roberto Giménez

No lo sé pero tengo el pálpito que el impresentable de Donald Trump el tres de noviembre perderá las elecciones, pero si pasa nadie sabe como reaccionará. Es un misterio porque este animal es capaz de bajar a los infiernos y pactar con el mismo Hitler, el primer príncipe del diablo, el segundo es Stalin, y la medalla de bronce de la ignominia de la Humanidad se la llevo Mao…

Trump que no me recuerda al gracioso pato Donald aunque mete la pata cada vez que habla, hubiera ganado las elecciones sin la pandemia porque el candidato demócrata  que es don Nadie, que es tan pobre que sólo tiene dinero. Como no es Nadie no quiero llamarle por su nombre…

Donald Trump va de salvador de esa sociedad enferma. Hace cuatro años ganó con mentiras que sólo se creen los estadounidenses a Hillary Clinton porque una de las ‘virtudes’ de esos Estados bárbaros es que son machistas, nunca ha sido elegido, ni presentado, una mujer a la presidencia de los EE.UU.

 Ser la primera potencia militar, económica, tecnológica, cultural y deportiva del mundo, no les evita ser unos bárbaros, el reino República del becerro de oro llamado Dólar del que tan orgullosos se sienten…

Tienen la misma mentalidad del lejano Oeste salvaje. Siempre les he tenido tenido manía. No es sólo porque de niño iba con los indios y no con las casacas azules y los elegantes pañuelos amarillos de sus uniformes militares, y me gusta su bandera de pueblo orgulloso y nacionalista

Me da grima ese complejo de superioridad sobre toda la Humanidad, que en el fondo es una ignorancia encarnada por el candidato del elefante republicano que sueña con ser reelegido para la Casa Blanca.

Un personaje de ésta jaez no he conocido a nadie que lo defienda. Es tan machista, racista y egoísta como es USA, me gusta ir a contracorriente, pero ni por esos. Odio los mentirosos compulsivos.

Sus seguidores le llaman súper Trump y él sonríe endiosado. Es un loco hombre de suerte que va por la vida como un hombre rico hecho a si mismo, que es otra mentira: su madre era una pobre escocesa rubia y  muy guapa que a finales los años 20 llegó tan pobre como todos los emigrantes pero tuvo la suerte se enamorar un joven industrial del capital, y nació con un pan bajo el brazo.

Es otra mentira de Trump sobre el gran mito americano.

Roberto Giménez