César Alcalá

Seguimos con el veranito y la reflexión que ya expuse en el pasado artículo. Para volver a la normalidad los independentistas deben dejar de considerarse “calimero”. El mundo no va en contra suya. Esto es una invención de unos pocos que ha calado dentro de la sociedad. Al igual que la frase: “España nos roba”. Nada de todo esto ha sucedido y la realidad de la frase era otra. Esto es, tapar la corrupción de esos pocos.

Lo mismo pasa con este pensamiento que “el mundo me ataca y debo defenderme”. Ni el mundo los ataca ni nada es como se lo han explicado. Deben asumir que en Cataluña y en España no hay “presos políticos”. Se ha juzgado a una serie de personas que se saltaron las leyes y por eso se les ha juzgado. Digamos que lo mismo hubiera pasado en cualquier otro sitio. Considerarían perfecto lo que se les haga. Es más, exigirían que hubiera juicio y condena. Como que ha ocurrido aquí, y esos pocos han tergiversado la realidad, el hecho se ha magnificado y, lo peor, ha calado en una parte de la sociedad que nunca le ha importado la política.

El independentismo tiene que reflexionar y pensar: ¿por qué ha pasado todo esto? Ni Puigdemont ni Junqueras son héroes nacionales. Uno un mediocre comunicador convertido en político. El otro un profesor universitario muy respetable porque ha defendido sus ideales y no ha huido para salvarse de la cárcel. Pero esto no les da ese status de héroes. Tampoco a los otros. La verdad es que muchos de ellos son bastante mediocres. Se equivocaron y pagaran -más o menos- el error cometido. Pero este no era el tema. Todo empezó cuando un señor llamado Artur Mas decidió estirar de la cuerda para salvar a los suyos del 3%. Y, la verdad, ha montado un pollo de muy señor mío.

Sin el descontrol iniciado por Mas la situación en Cataluña se hubiera mantenido tranquila. No existía un problema independentista. ¿Habían? ¡Claro! Siempre han habido. Pero la inmensa mayoría no. Mas despertó una bestia que los ha llevado a la más profunda de las miserias. En vez de ganar o conseguir alguno de sus propósitos, no han conseguid absolutamente nada. Es más, muchos de ellos o han acabado en la cárcel o les han embargado sus bienes. La jugada de Mas, para algunos, ha sido catastrófica. Y si nos centramos en la familia que deseaba salvar, a los Pujol, ni hablemos porque todos conocemos la historia.

Alguien les debe decir a todos aquellos que confiaran en ellos que les mintieron, que no era verdad. Que fue una estrategia para salvar una situación. Quizás la gente no entienda el porqué de esas mentiras. Y la verdad es que se entiende. Han manipulado a la sociedad catalana en su favor. Una manipulación que ha fragmentado una ciudadanía, que ha roto familias, que ha cambiado la sociedad catalana. Una manipulación orquestada por ANC y Òmnium. Dos entidades que deben perder fuerza y poder si se quiere retomar la normalidad. El problema es que hay muchos en ANC y Òmnium que viven del erario público y es difícil recolocarlos, porque no saben hacer nada.

Esta reflexión es muy importante. Debe hacerse para seguir adelante. No se puede avanzar mientras uno está anclado en el pasado o con unos argumentos baldíos. Es complicado, pero la ciudadanía es inteligente y, en el fondo, saben perfectamente que una parte de la sociedad política catalana les ha mentido. También están cansados de tanto enfrentamiento. Quieren y desean volver a la rutina, a la normalidad. Por eso deben dar la cara y explicar la verdad.

Y dentro de estas reflexiones veraniegas, en la próxima entrega deberé hablar de los fallos llevados a cabo por los constitucionalista, que haberlos, haylos.