
Se nota que no hay noticias como consecuencia de las vacaciones por la importancia que algunos les dan a aspectos sociales y políticos que, en plena efervescencia de, por ejemplo, la sentencia a los políticos que deseaban cambiar el orden institucional, no hubiera pasado de un titular. Y es que la noticia de los últimos días es la nueva formación política. La Lliga Democrática ha empezado su andadura con polémica. Que si están divididos, que si unos no van a entrar, que están conectados con tal y cual, que si esto, que si lo otro. Y lo único cierto es que un grupo de personas fueron al notaria, a la espera de presentar el proyecto socialmente en otoño.
Muchas voces críticas, quizás demasiadas, se han alzado después de la nota de prensa publicada la primera semana de agosto. El terremoto me ha recordado el título de aquella fantástica novela de John Kennedy Toole “La conjura de los necios”, bajada en una frase de Jonathan Swift: “Cuando en el mundo aparece un verdadero genio, puede identificársele por este signo: todos los necios se conjuran contra él”.
Quizás hay que dejar trabajar a las personas antes de echarla a los pies de los caballos. Que el constitucionalismo sólo se ha unido en dos macro manifestaciones, lo sabemos todos. Después cada uno a campado a sus anchas. Cosa que no ha pasado en el bloque independentista, hasta ahora. Si es cierto o no que se puede recuperar un sector vinculado a la antigua Convergència, el tiempo lo dirá. Que puede ser una cortina de humo, se verá.
Lo cierto es que el panorama político y social catalán a cambiado. Quien no lo vea es que no vive la realidad. El procés ha removido las tierras y ahora deben volver a su sitio. No puede cerrarse lo ocurrido dando carpetazo. Tampoco hay vencedores y perdedores. La situación no es fácil. Ambos bandos deben integrarse de nuevo con sus diferencias, sus virtudes y sus errores. Ciertos discursos están atrapados en el tiempo. Se abre, sobre todo después de la sentencia, un nuevo período y se debe gestionar bien. De lo contrario todo lo que hemos vivido se enquistara por muchas generaciones. La solución no es aplicar el 155. ¿Cuál es la solución? Que cada uno asuma sus errores y sobre esa base se reconstruya una sociedad muy necesitada de estabilidad y normalidad.
Y finalmente, hablando de las cosas del verano, está la fotografía coral de Puigdemont. En su momento desde Cadaqués y ahora desde Waterloo. Una foto coral con los de siempre, el mariachi que le dora la píldora a un personaje en decadencia. El problema no es la foto, sino el pie de foto. En el que ponen que tienen a Oriol Junqueras en su pensamiento. Ellos pasándoselo bien y el otro a la espera de una sentencia y encarcelado. Se mire como se mire es indignante que todos le estemos pagando un sueldo a este señor para que se cachondee de nosotros. Y lo mismo digo del mariachi que vive del erario público: llámese TV3, llámese Parlament o llámese Senado.
Esta foto de Puigdemont, que ya quedan pocos, me recuerdan los de Ana Obregón. Por muy mal que esté la cosa, siempre aparece o vuelve como aquella marca de turrón que regresaba siempre por Navidad. Y es que a Puigdemont sólo le queda el posado. Y enlazo esto con lo dicho anteriormente. Una de las soluciones que debe afrontar una de las partes es desprenderse de un personaje como este. Calladito está mejor y cuando habla sube el precio del pan. Puigdemont forma parte de un plan que falló, que no pudo llevarse a cabo, y que debe olvidarse para avanzar hacia adelante. Enquistarlo o pretender que sea la luz que dirija el futuro político catalán es un grave error.
La vuelta de vacaciones no serán fáciles. Nunca lo son. Volver a la rutina se hace difícil. Políticamente tampoco lo será. La sociedad, en general, está cansada de tantos despropósitos incumplidos y que no se gestione. Quizás ha llegado el momento de gestionar y dejar de dar palos de ciego.