César Alcalá

Decía Groucho Marx que “surgiendo de la nada hemos alcanzado las más altas cimas de la miseria”. Y a veces parece que el independentismo siga, a pies puntillas, esa cita de Groucho. En los últimos tiempos han dado grandes muestras de un siniestro ridículo.

No hace muchos días la pitonisa de TV3 Pilar Rahola afirmaba que España estaba a punto de sufrir una derrota judicial de mucha altura y de mucha importancia sobre el tema de la inmunidad. La realidad ha sido que el varapalo se lo ha llevado Puigdemont, pues le han negado poder entrar en el Parlamento Europeo, tener inmunidad y formar parte de la política europea y poder internacionalizar su procés.

Todo le va en contra. El problema es que aún hay gente que le cree. Algunos abducidos aún expresan en las redes sociales lo que el fugado repite hasta la saciedad. Creen que se ha internacionalizado el procés, que no hay democracia en Europa porque no admiten lo votado en las urnas, y toda una colección de falsedades más propias de la Rue 13 del Percebe que de personas con una cierta cultura. Y lo digo porque algunos de estos voceros de Puigdemont tienen estudios y algunos son abogados, economistas, ingenieros, médicos… No son personas analfabetas. Todo lo contrario.

Y es que este pensamiento es peligroso y enfermizo. La segunda parte tiene solución psicológica. La primera es preocupante. En un documental de TV3 se decía algo así como que en los patios de los colegios se hablaba más castellano que catalán. Se rasgaban las vestiduras por este hecho. El problema no es el idioma que uno habla en privado o en el patio de un colegio. Lo preocupante es que hay una policía secreta que vigila estas cosas. La verdad, hay mucho trabajo por hacer en Cataluña -teniendo en cuenta que llevábamos más de 2 años de inacción política- para centrarnos en estas cosas. A los dirigentes de la Generalitat, con Torra a la cabeza, no les interesa si hay barracones. Lo importante es el idioma. Esta enfermiza obsesión está haciendo bueno a Franco, pues en su época la gente continuó hablando catalán y ahora, por el efecto acció-reacción lo están repudiando.

Y luego tienes la parte tierna de toda esta película. Aquel pobre muchacho que le quiere hablar a su tostadora en catalán. Esto hace saltar las lágrimas. Su trauma es este: hablarle a la tostadora. A esta miseria están llegando a algunos.

Es preocupante la deriva que están tomando parte de la sociedad catalana. El problema es que no se dan cuenta de una cosa. Por mucho que les venda Pedro Sánchez, los políticos golpistas se pasaran algún tiempo en la cárcel. Luego se podrá arreglar, pero los pasarán. Lo venderán como quieran, pero de momento tienen a Josep Borrell como jefe de la diplomacia europea y ya se ha pedido el cierre de varias “embajadas”. Si esperaban internacionalizar el procés, lo tienen crudo. Cada vez lo tienen más complicado y y algunos se empiezan a desmarcar.

¿Quiénes? La vieja Convergència que ven con esperanza y futuro la llegada del mes de febrero. Por aquel entonces el astuto Mas podría volverse a presentar a las elecciones. Ahora que todos sabemos que organizó este sarao para tapar el 3% y el robo de los Pujol, quizás empiece a ser hora de que deshaga el entuerto y devuelva el “seny” a Cataluña. No sé si es buena idea que se vuelva a presentar a unas elecciones. Lo que si sería bueno es que moviera ficha y explicara que en Cataluña se vive una gran mentira llamada independencia.