César Alcalá

Cuando el fiscal Zaragoza expuso las conclusiones y parafraseando a Kelsen dijo que en Cataluña, durante el mes de septiembre a octubre de 2017 hubo un golpe de estado y, por lo tanto, la Fiscalía del Estado mantenía las condenas a los procesados, el mundo independentista se vino abajo. De ahí que, por la tarde, el president Torra pidiera una reunión de urgencia con el presidente Sánchez. Hasta ese momento los independentistas creían que el juicio era o se convertiría en un paseo. Que haría mucho ruido, pero el resultado final sería liviano para los condenados. Dicho de otra manera, que se aceptaría la condena de la abogacía del estado y que el tribunal reduciría la condena. Con el tiempo que llegan en prisión y una condena baja, en poco tiempo el tercer grado.

Y no ha pasado esto. Todo lo contrario. Cuando el fiscal Zaragoza citó a Hans Kelsen las caras de algunos letrados se transformaron. Desde el inicio del proceso las sesiones no han sido positivas para los enjuiciados. Los abogados defensores no han conseguido defender a sus clientes. Al contrario, no han sido capaces -a pesar de los medios de comunicación amigos- de demostrar que en Cataluña no hubo un golpe de estado. Al contrario, los abogados defensores se han acercado a la definición que en Teoría Pura del Derecho da Kelsen. Esto es, “una revolución, golpe de estado se da cuando el orden jurídico de una comunidad es anulado y sustituido en forma ilegítima por un nuevo orden”. Y esto ocurrió el 6 y 7 de septiembre de 2017 y con los diferentes documentos aprobados y firmados hasta la huida de Puigdemont al extranjero para que no lo encarcelaran.

La idea de Torra y del independentismo era, como hemos dicho, una condena baja y traerlos a Cataluña. Aquí, con la competencia que tienen sobre prisiones, gestionar su libertad. Como que no quieren saltarse la ley han hecho una prueba. No es casualidad lo ocurrido en los últimos tiempos con Oriol Pujol. Le dieron el tercer grado y esperaron que pasaba. Fue revocado. Posteriormente se acogieron a una flexibilización del reglamento para permitirle salidas diarias laborales o para voluntariado social. Ya sabían como hacerlo “bien” para excarcelar a los políticos condenados por haber dado un golpe de estado. Esto implicaba una condena baja, que no ocurrirá.

Ahora las cosas han cambiado. Por eso Torra ha movido ficha. Él tiene en la cabeza seguir con idea, pero sin ensuciarse las manos. Sabe Torra que el procés independentista ha puesto precio a las personas. El primero él. Necesita personas muy afines al procés para mantener la tensión social. Quiere hacer creer a la gente que, ocurra lo que ocurra, él los dejará libres. Que no les importa la sentencia, porque ellos están por encima del bien y del mal. La realidad es muy terca e íntimamente saben y expresan la realidad como la consellera Teresa Jordà, al comentar que no los olvidaran, pero es mejor aparcarlos para seguir adelante.

Aún así ha nombrado a Eduard Sallent nuevo jefe de los Mossos d’Esquadra y como número 2 a Cristina Manresa. Dos perfiles muy vinculados con todo lo ocurrido en los días que se están juzgando. Con lo cual, contrarios a cualquier sentencia y dispuestos a recibir órdenes. Y estas órdenes quizás sean las que están vinculadas al plan original y probado con Oriol Pujol. Muchos mossos no están de acuerdo con los cambios. Uno comenta: “acabará todo con un conflicto interno y político. Ya no hay solución”. Confiemos y esperemos que la fatalidad no se produzca y la ley sea respetada por todos.