
Este país es muy desagradecido, pero sabe enterrar muy bien. A una semana de las elecciones municipales, europeas y autonómicas, se puede concluir que la democracia ha vuelto a ser la característica básica de lo ocurrido el 26 de mayo. Pero no sólo esto que es un derecho adquirido desde hace años.
Otros factores nos harían hablar de la democracia. Que unos políticos independentistas puedan presentarse a unas elecciones -aunque estén fuera de nuestras fronteras- es democracia. Que una serie de personajes pongan en duda el sistema que rige nuestro país, es democracia. Que algunos se quisieran saltar las leyes y el estado de derecho se lo impidiera, es democracia. Que algunos desearan tumbar la Constitución y poderlo expresar libremente, es democracia. Que una serie de políticos sean juzgados por haber dado un golpe de estado, es democracia. Que otros permanezcan en el extranjero porque de volver serían encarcelados, es democracia. Que cada dia nadie sea perseguido por su ideas, es democracia. Que se pueda vivir en libertad, eso es democracia.

Y esta democracia en la cual se basa nuestro sistema político y social lo tenemos gracias a una persona que el 2 de junio ha decidido retirarse de la vida pública: Juan Carlos de Borbón y Borbón Dos Sicilias. Una persona que ha sido Rey de España durante 39 años. Vino aquí porque Franco lo reclamó y, cuando accedió al trono, tuvo que jurar los Principios del Movimiento. Él sabía que un país democrático no podía basarse en aquella legislación. Por eso le pidió a una persona que trasformara aquello de la ley a la ley a través de la ley. Gracias a Torcuato Fernández Miranda el 18 de noviembre de 1976 se aprobó la Ley para la Reforma Política.
El Rey Juan Carlos I y Fernández Miranda le hicieron el harakiri a las Cortes franquistas. Gracias a ella pudo haber elecciones generales en 1977. Estas elecciones dieron paso a unas Cortes democráticas que, el 6 de diciembre de 1978 y referéndum votado por todos los españoles ratificó la Constitución española. Luego vino un golpe de estado -el 23 de febrero-. Vinieron muchas cosas positivas y negativas, pues de todo hay en este valle de lágrimas. Lo cierto es que lo positivo y lo negativo se hizo y se hará en democracia. Porque esto quiso que fuera el Rey Juan Carlos I la hoja de ruta de la España que dejó atrás una dictadura.
Todos aquellos que hoy en día ponen en duda la monarquía y la democracia, que son libres para expresar estos conceptos; todos aquellos que apuestan por una utópica independencia, lo pueden hacer porque en este país no se persigue a nadie por sus ideas. En esto -y en otras muchas cosas- consiste la democracia.
Por eso decía al inicio de este escrito que nuestro país es muy desagradecido con las personas que viven, pero sabe enterrar muy bien. Pues bien, antes de que lo segundo pase, quiero agradecer con estas líneas la gran labor llevada a cabo por el Rey Juan Carlos I y, como no, la que está llevando a cabo últimamente su hijo, el Rey Felipe VI, sobre todo con su discurso del 3 de octubre de 2017.
En el momento que otro que hubiera podido ser rey, pero se quedó en Conde de Barcelona, Juan de Borbón y Battemberg, padre de Juan Carlos I, renunció a sus derechos dinásticos, para allanar el camino de su hijo, finalizó su discurso diciendo estas palabras: ¡Majestad, por España, todo por España,viva España, viva el Rey!
Esto ocurría en el Palacio de La zarzuela un 14 de mayo de 1977. Se le podrán achacar muchas cosas al rey Juan Carlos I. Ahora bien, nunca que en su pensamiento no han estado presentes estas dos frases: ¡Por España! ¡Todo por España! Sirvan estas líneas para darle mis más sentidas gracias. Majestad: ¡Viva España! ¡Viva el Rey!