Roberto Giménez

Mi hija Raquel está echa de misma cuña: le gusta el cine español y europeo más que el de Hollywood. El canal preferido es la 2.

El viernes a las 10 la noche me dijo que viera la pelí VOLVEREMOS porque había oído que trataba de los exiliados españoles de 1939 en la playa de Argelers…

Raquel devoró  hace dos años la biografía de su abuela, María Gracia Lacruz, que le dejó impresionada como a toda la familia en mi libro EL BORRADOR DE TAPAS CARMESÍ…

Nada sabía de la historia de mi madre que nos contaba algunas noches antes de ir a dormir, ella decía con delicadeza al “cine de las sábanas blancas”…

En marzo de 1937 al inicio de la ofensiva de Catalunya con toda su familia huyó del pueblo de sus padres Peñalba (Monegros) en la N-II a medio camino entre Zaragoza y Lleida. Estuvieron año y medio recorriendo toda Catalunya porque Francia cerró frontera, comiendo patatas en Verges para los miles de refugiados que llegaban de toda España…

Tuvieron que huir porque su tía Clotilde, jefa de la FAI de Peñalba, no podía quedarse. Atravesaron el Segre una semana antes que los legionarios y un tábor de Regulares entraran en Lleida…

Ella tenía siete años y recorrió toda Catalunya con un carro tirado por dos mulas sin padre porque luchaba con los rojos. Pasaron las de Caín con bombardeos, frío y hambre hasta que en enero de 1939 pudieron entrar a Francia por Port-Bou…

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En junio de 2016, la UGT la invitó a que diera una conferencia sobre su traumática experiencia infantil en el Museo del Exilio de La Jonquera que emocionó a todos los asistentes que aplaudieron puestos en pie.

Mi madre no le cortaba hablar en público, tenía 86 años. Le empezaba a fallar la memoria de su infancia, la tenía grabada al fuego. El único pero que puso a su exitosa conferencia era que lo había hecho mal porque estaba constipada…

Hablaba muy bien, también en una entrevista que le hizo TV3, tenía escuela porque le gustaba leer los Evangelios todos los días en la Iglesia de Sant Llorenç, también el día que casé en esa iglesia románica en el centro de Lleida quiso leerlo…

Recuerda como una pesadilla la larga estancia que pasó en Argelers por no saber que había pasado con su padre en una playa de mujeres con privilegio, porque ella y su madre hablaban francés y les dieron casita de madera, con una maestra.

Estuvieron seis meses hasta que su padre, había desertado del ejército republicano les liberó llevándosela del campo para llevársela al pueblo de Bessan (Langedoc) donde había nacido en 1930. El resto de su familia no volvió a España: mis tíos abuelos fueron franceses, conocí en los años a sus que hablaban mal el español. Habían rehecho sus vidas pero querían conocer a Marilu, como en Francia llamaban a mamá…

De esas historias infantiles una cosa me quedó hasta que cumplí los doce años: después de comer el bocata en el cole pensaba que si estallara otra guerra tardaría más en pasar gana. Ingenuidad de chico. Por eso

me cuesta olvidar la guerra. No tengo rencor…

PD. El lema de Paris, Berlín, Barcelona y Madrid era el grito de la compañía novena de los republicanos españoles, con los Aliados, que entraron en París.