Roberto Giménez

Conozco a personas inteligentes que padecen doble personalidad, que cuando están con los demás son personas simpáticas y educadas, y  cuando se cierra la  puerta de su casa se convierten en otra persona.

Los hijos padecen esta situación. Todos hemos conocidos a este tipo de enfermos. A excepción de estas personas, el carácter de la gente es lo que ven los de fuera, que no lo que ve el personaje..

Cuando a finales de 2012 dejé la  dirección de la Revista recibí decenas de cartas de lectores sintiendo mi baja. Casi todas entrañables (también existe mala gente que se alegro, para gustos los colores) para la que más me gustó fue la de la regidora popular Cristina Tarrés…

Durante tres meses había ido en sillas de ruedas por un accidente doméstico, y me dijo que la gente era más amable con ella. Le sonreí, pero se me heló el corazón. No sabía lo que me esperaba, sólo lo sabían mis íntimos. Al primer hombre público que se lo dije fue a alcalde Josep Mayoral, hombre de palabras, se quedó mudo.

Todos se quedan, soy consciente es un momento incomodo…

Cristina me dijo, es la mirada externa, no padezco doble personalidad, que yo desconocía la atracción personal que levantaba en mis lectores, que mis palabras atraían. No hay rosa que huela mejor para un periodista de tinta. No hay Agua de Rochas, el amor de París, más fragrante…

No es que la popular me conociera poco porque en mayo de 1995 le dediqué una Carátula que la dejó temblando. Los lectores del Vallés la conocen pero la mitad de Face, no.

La Carátula era el retrato psicólogico que hacía de un personaje conocido de la comarca de los ámbitos de la vida política, social, artística (a modo de ejemplo: conozco a un tercio de los mandos de los Mossos). A todos los ponía  en mi diván y hasta las dos horas no lo soltaba. Nunca nadie tan larga entrevista, para una plana. Tengo casi mil Carátulas…

Nadie me dijo que no y todos se sometían a un interrogatorio de tercer grado no lo saltaba hasta creía que había deshojado la última margarita. No había escrito que me costará. La veterana periodista Monse Ponsa me dijo que nunca le habían hecho un interviú  más profundo.

Una de las pocas personas que salió helada fue ella, recuerdo porqué  pero ahora la quiero halagar por su carta de admiración a un periodista que caía. Intuía que no le gustaría a quien me sustituía (Paco Monja).

Eso por mi parte era un secreto, pero sólo por mi parte, pero que casi dieciocho años después de mi palo que me  agasajara, cuando no tenía nada que ganar, demostraba dos cosas que Cristina Tarrés es buena gente y, también, que no tengo pelos en la lengua…