Roberto Giménez

Hace dos mes metí la pata cuando critiqué al alcalde de Granollers por  permitir que los vecinos de los chalets de la ronda sud tocarán lo que no suena a los automovilistas dos veces por semana, una por la mañana y otra por la tarde, para hacer que por la mañana el personal llegara tarde al trabajo, y al segundo a casa. Culpé a Josep Mayoral porque los vecinos a él me denunciaron.

El alcalde socialista, siempre educado, me dijo que había errado el tiro porque él, como máxima autoridad local, era el primero que lo lamentaba. La reclamación vecinal es terca, hace años que ocurre. Cuando estaba activo ya ocurría y la Revista, que siempre iba a favor de las movidas sociales, no la defendía porque consideraba que era indefendible.

La mayoría de Granollers, como mis vecinos piensan, creen que es el alcalde quien lo permite. Josep Mayoral me contó que la autorización es  de la Generalitat, que es la propietaria de la vía. Si fuera de una calle sí que la autorización es municipal. Los vecinos lo piensan porque es la Policía Local la que pone las vallas y cuatro patrullas. En este sentido bien puede decirse que el alcalde es puta (con perdón), y paga la cama.

Pienso que, para no confundir a los vecinos, el alcalde pidiera a los Mossos d’ Esquadra que pusieran el control ya que el permiso del bloqueo protesta, dos veces por semana es de Interior así las cuatro parejas de urbanos estarían al servicio operativo  de su jefe.

No me parece pertinente la reclamación de los propietarios de los chalets porque antes reclamaban el soterramiento de la ronda y convertirla en un parque verde urbano. Por supuesto, estarían más cómodos, pero es como si pijos de la Diagonal pidieran a la autoridad que soterraran la vía para tener más tranquilidad. La ronda estaba construida cuando ellos compraron las unifamiliares.

Como se han dado cuenta que la reclamación no tiene futuro, que sólo da la lata a los conductores, ahora no piden el delirio soterrar la ronda, sino que no pasen camiones cargados de mercancías peligrosas…

Vamos, como si los vecinos del paseo de la Montaña pidiéramos el soterramiento de la vías del ferrocarril porque en la Estación de RENFE hay un almacén permanente de vagones con mercancías peligrosas, cada día los trenes que transitan no sólo ponen en peligro nuestro sueño sino nuestra vida…