
Como dice el poeta Luis García Montero: ‘la verdad no es el punto de salida sino de llegada’. Todos buscamos la verdad de las cosas pero no la tenemos cuando con veinte años despertamos a la vida: con veinte años tenemos amores pasajeros, caídas y errores. También nos equivocamos en política…
Nadie puede pensar en política como cuando tenía veinte años porque si lo hace sufre una patología: el síndrome de Peter Pan. Ha envejecido pensando y actuando como si fuera ese joven de la mili que ya no existe porque han pasado cuarenta años, y una vida montada en el AVE…
Con veinte años amaba la poesía, era romántico, tenía unos ideales, también me gustaba la poesía política por eso nunca fui marxista porque, ávido de conocimiento, se me ocurrió leer ‘El Capital’ de Carlos Marx. No pude pasar de la página cincuenta. Una barrera infranqueable para el joven que era…
Entonces era un revolucionario teórico, y pacifista. No me gustaba la España que veía, la franquista, mi sueño era cambiarla pero en lo que respecta a mi sentimiento nacional es el mismo. Nada ha cambiado…
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Hace treinta y cuatro años (1985) me llamó Lluis Torras, director de Ràdio Granollers, para hacer un debate en directo con un periodista estelado. Como me llamaron con antelación de un cuarto de hora (aquí te pillo, aquí te mato), no tuve tiempo en preparar mi argumentario; tampoco la necesitaba porque tenía las ideas muy claras…
Le dije a mi contertulio que no creía en la Independencia de Catalunya por tres razones: porque me consideraba en mi casa cuando me mojaba el chirimiri de San Sebastián, cuando oía las campanas de Santiago (me queda por conocer Compostela, que ya nunca iré…), o cuando tomaba una horchata de chufa en Alboraya como si fuera una cerveza en la Porxada. Estaba en casa. Estaba en mi Patria…
La segunda razón era económica: a Catalunya le iba a ir más que mal porque iba a ser nuestra ruina económica. Entonces ni me imaginaba la locura actual de la división social del país porque era algo como de hablar ciencia política ficción, incompatible con el seny catalán…
Y la tercera razón porque un reino de Catalunya independiente era un una entelequia: nunca había existido como sí existió el Reino de Granada (hasta 1492) o el de Pamplona (acabó a principios del XVI).
Sin un precedente histórico la Historia de Catalunya nada tenía que ver con los clanes de Escocia…
Salí de Radio Granollers satisfecho con la sensación de haber ganado por KO a mi contrincante…
PD. Treinta y cinco años continuar con la misma tabarra es cargante y frustrante….