Leí con quince años un libro que cambió mi forma de mirar el mundo. El libro estaba escrito por Guillermo Díaz-Plaja, titulado ‘Otra Historia de España’.
La Historia siempre me ha interesado. Me dio una visión nueva del ayer. El libro tiene más de doscientos capítulos telegráficos, desde iberos hasta la el atentado a Carrero Blanco.
El escritor era ágil y no pude soltar el libro hasta que lo acabé.
En el capítulo del franquismo decía que la política social del Régimen había estado protagonizado por el ministro que había estado más años con Franco, José Antonio Girón de Velasco. El padre de la Seguridad Social fue un camisa vieja falangista. En 1974 el ministro más social de la dictadura estaba considerado por prensa que no era del Régimen un ultra como Blas Piñar de FN.
A los 16 años entré a trabajar en el Banco Condal de Lleida, en los porches bajos de la calle Mayor. Antoni Aluja Farré era el compañero de trabajo más inteligente. Estudiaba Derecho y hoy, a punto de jubilarse, tiene un bufete en Reus.
Aluja era carlista, porque su padre era un histórico carlismo que en la peregrinación anual del Montejurra de 1974. Estaba en la primera línea cuando un atentado terrorista de los requetés tradicionalistas contra los carlistas autogestionarios.
Al carlismo le pasó como a la Falange: existía la Falange franquista y otra desconocida, la Auténtica que eran la de los seguidores de Manuel Hedilla II Jefe Nacional de FE de las JONS, muerto José Antonio que se apuso al Decreto de Unificación de 1937 de Ramón Serrano Suñer, el cuñadísimo del Caudillo, el apuesto conde de Ciano español.
Creo que fue Pascal quien dijo en el siglo de la Ilustración que escribió: ‘duda de todo, salvo de las matemáticas’. Esta es la médula de mi pensamiento. Aluja me demostró prácticamente lo que había leído a Díaz-Plaja, revisar la Historia oficial es una obligación, y eso me ha hecho amar más a la Historia.
Callo cuando desconozco algo de la actualidad o del pasado. Nunca prejuzgo.
Por eso me indignan los desinformados de la Historia que pontifican con una capa de barniz.
Sólo tienen buena oratoria que disfraza su ignorancia.
Desgraciadamente muchos de los nuevos políticos, y muchos jóvenes de los viejos partidos, son de esta guisa. Para escalar en política habría que aprobar un master que no sea de la Universidad Juan Carlos I.
Tengo sólo cuatro principios que sostienen mi pensamiento por este orden, y como acabo de cumplir 61 años morirán conmigo. Toda mesa necesita de cuatro patas sólidas:
1ª Honestidad es fruto de mi herencia de sangre…
2º Amor a España transmitido por mi madre (ella hablaba catalán y mi padre castellano-aragonés por eso respeto a las dos lenguas por igual). Mis hijos tienen el catalán como lengua materna. Los dos han heredado la belleza de su madre. El pequeño, Alberto, la inquietud cultural mía, y Raquel nos ha salido libre, independiente y animalista.
En casa, cuando están, estamos entretenidos…
3º. La defensa de los desfavorecidos, porque fue el ambiente social que viví en la infancia…
4º Una concepción cristiana de la vida mamada en casa y que fue el humus ambiental de mi generación, los niños de los 60…
Acaban de leer un desnudo integral.
No puedo hablar más claro…
Roberto Giménez