Hace dos años regalé a Pedro J. Ramírez un libro titulado ‘La Moción de Nériz en una entrevista privada que tuve con el periodista en CRONICA GLOBAL. Este escrito lo recibirá en su correo personal en el que le envio escritos que le pueden interesar.

Tengo una carta que me dice que le gusta leerme, y eso es un honor. La vanidad es un pecado que sólo lo tienen las personas. Los animales no pecan…

El libro pertenecía a la serie de Memorias de un Director titulada ‘Casi treinta años y un día’. La Moción Nériz ocurrió en mayo de 1992 no vive vallesano, de más de 40 años, que no recuerde la moción de censura tramada por el convergente Josep Serratusell, con el caballo de Troya de un regidor socialista vallisoletano, Manuel Nériz.

Con Nériz trabé una buena relación porque era buena persona, tenía carácter. No era ningún pringado ni corrupto. No lo hizo por dinero sino por cabreo con el gerente actual del Ayuntamiento, Francesc Rubio. Desgraciadamente, no pudo leer el libro porque un cáncer se lo llevó antes de tiempo.

Antes de enviarlo a la imprenta vino a casa Serratusell.

El procurador Ramón Daví, su mano derecha, me dijo que le pareció una novela a lo Agatha Christie, pero real.

A Serratusell le dejé leer el original y a ambos les impresionó el trabajo de investigación que había hecho.

Los dos forman parte de mi Club de Lectores, también el actual alcalde y algunos regidores socialistas de 1992.

***

No lo cuento porque esa vieja historia de la anterior generación pudiera interesar a Pedro Jota como aún hoy interesa a los vallesanos. En ciento cincuenta páginas desveló los misterios de ese Golpe que llevó a CiU llegar al poder por primera, y última vez, en el trienio nacionalista de Granollers; sino por el segundo capítulo dedicado a los chanchullos que había descubierto y que me llevaron a los tribunales más de una docena entre querellas y demandas. En otro libro de la serie lo cuento.

La primera querella no me dejó dormir. No lo he olvidado como el primer amor que había olvidado…

Conozco la mentalidad de los jueces, y también tuve un fiscal confidente. Soy gato viejo. Los juzgados han sido mi tercera casa, y alguna vez he tenido que ir a BCN.

Lo explico porque le conté a Ramírez la mordida de un ex president de la Generalitat. Un empresario amigo de confianza me reconoció que en el año 2000 había ido a su casa de BCN y entregado a su segunda mujer, metida en política, un maletín con cinco millones de pesetas para tener el permiso municipal para construir una gasolinera en el Baix Llobregat.

Le dije a Pedro Jota que la historia era veraz. Me lo había contado en mi despacho el que lo había comprado (me quedé ojiplático). El empresario  me tenía mucha confianza me dijo que no podía contarlo en la Revista porque él lo negaría, y yo no tenía papeles, y sería la palabra de uno contra la de otro. Siempre cumplo mi palabra: no lo conté en la Revista. Lo he contado en un libro con pelos y señales…

Esa historia Pedro Jota no la contó.

Roberto Giménez