Recuerdo como si fuera hoy el día en que mi padre nos de está frase: “José Antonio era socialista”. Era un adolescente imberbe. Me impactó por dos cosas: en mi casa no se hablaba de política; José Antonio era un retrato a la izquierda del crucifijo, a la derecha estaba Franco. Yo era un adolescente imberbe.

Mi padre pertenecía a la generación de los niños de la guerra que la habían vivido, y sabían que la política era mala consejera. Mi generación estreno la Democracia. Tenía veinte años cuando se aprobó la Constitución del 78. La vivimos con la ilusión de una nueva España bajo la sintonía de ‘Libertad sin ira’. Los protagonistas de la Transición era la generación intermedia a la nuestra y la de nuestros padres.

Voraz aficionado a la Historia, leí las Memorias de José Luis de Arrese, en 1956, era Ministro de Vivienda. Falangista camisa vieja vasco, casado con una prima hermana del fundador de la Falange, que con motivo del XX Aniversario del fusilamiento de José Antonio le dijo en una audiencia privada en el Pardo con Franco que después de tanto tiempo el Régimen del 18 de Julio ya estaba consolidado, tenía el reconocimiento internacional, y podía poner en marcha la Revolución pendiente que necesitaba España para ser más justa.

Arrese no era un revolucionario falangista, de los de Manuel Hedilla el II Jefe Nacional de Falange se había opuesto al Decreto de Unificación de Salamanca en 1937 que le costó ocho años de cárcel, pero había profundizado en la revolución falangista con el libro la Revolución Social del Nacionalsindicalismo escrito en 1935 y publicada en 1940 por la Editora Nacional, que encontré en una librería de lance del barrio gótico con hojas de color de sepia en donde Arrese explicaba como tenía que ser esa Revolución pendiente.

Franco que había leído el libro le contestó que no podía aplicar esa reforma porque tendría que fusilar a la mitad de sus compañeros de armas. En ese tiempo decidió acabar con la Autarquía y dar el poder económico a los tecnócratas del OPUS que fueron los responsables del ‘milagro’ de los años 60.

Cuento esta vieja historia porque esta semana se ha sabido que los socialistas no contemplan exhumar los restos de José Antonio Primo de Rivera con los de Franco, sino que los dejaran en la Basílica de Cuelgamuros.

Los socialistas son más respetuosos con la Historia que los neo comunistas de PODEMOS. Para Franco será la primera exhumación; a José Antonio la tercera tras la de la fosa común, el nicho de Alicante y el Monasterio del Escorial… ¡Ya está bien! ¡Dejen vivir en paz al Ausente!

Roberto Giménez