César Alcalá

Un año después de la manifestación multitudinaria del 8 de octubre, la situación en Cataluña -a pesar de algunas opiniones- está mucho mejor. Y lo está por la descomposición general del bloque independentista. La realidad es que nunca habian sido muy “amigos”. Se hacían el papel y lo más cerca que estuvieron fue al crear Junts per Cataluña. Ni estaban juntos, ni pensaban en Cataluña.

La división estriba en un hecho fundamental: el PDeCat se ha hecho más independentista que ERC. Esto ocurre siempre con los advenedizos, acaban siendo peores que sus procreadores. Y el más extremista de todos es Puigdemont. Posiblemente siempre ha sido independentista -lo cual no me lo creo demasiado-, ahora bien, su estada en Bélgica lo ha llevado al extremo de un pensamiento que ya no sabemos cual es. El problema es que él se presenta como president. La realidad es que en Waterloo tiene muchas horas para no hacer nada y pensar. Porque no tiene poder de decisión. Y todos lo saben.

Ahora bien, PDeCat debe mantener a los suyos en tierra extraña. Estoy convencido que ERC dejarían caer a los suyos antes de doblegarse a exigencias absurdas. Mantenerlos alejados y darles de comer, pero calladitos. Miren Marta Rovira. Sigue ahí, pero calladita.

Luego está Torra que va por libre. A ERC les molesta y a los seguidores de Puigdemont dentro del PDeCat también. Al resto de PDeCat les duele tener a alguien así al frente de la Generalitat. Incluso su buena relación con Puigdemont está medio rota. Torra ha conseguido que todos esté en contra de él. Esto es complicado. Incluso la ANC pide su dimisión.

Como decía los independentistas van dando bandazos. En los peores momentos se sabía que no eran monárquicos, pero a parte de algunos pequeños postureos, no pasó nada. Ahora quieres declararlo persona non grata. Abolir la monarquía en Cataluña, y toda una serie de cosas absurdas. Por mucho que a ellos les moleste, hay lo que hay. Esto es, España es un estado monárquico. Por mucho que algunos se ofusquen y digan todo lo contrario, lo es.

No hace muchos días se demostró la fragilidad del independentismo. Fue muy vergonzoso lo ocurrido en el Parlament. Un estamento cerrado durante meses. A mayor gloria de los independentistas o de una parte de ellos. Y cuando lo abren, se pelean entre ellos porque unos querían el voto delegado y otros no. Y, finalmente, como quien no quiere la cosa, vuelven a dejarlo y dejan las votaciones a medias. Y  otro dia volveremos. Bochornoso.

Esto es gracias a no sólo la aplicación del 155, sino mandar a la cárcel a los que se saltaron las leyes hace un año. Ahora los actuales políticos catalanes tienen miedo. De volver a la cárcel y de saltarse la ley. Han aprendido que con el Poder Judicial no se juega. Luego pueden lanzar mil y un discursos sobre la ilegalidad de lo sucedido, que deben estar en la calle, que no hicieron nada, que… Todo esto es de cara a la galería. En el fondo conocen la realidad y esta pasa por ser estricto y no moverse un ápice. Porque sino acompañaran a los suyos en Lladoners.

Y estamos mejor porque ERC ha bajado su discurso. Se han dado cuenta de la realidad. Ya vuelven otra vez con la historia de que no tienen mayoría. Y es que la realidad se ha impuesto. Han tenido que cambiar de discurso. Tiempo atrás hablaban en nombre de Cataluña. Ahora ya no. Ahora tiene en cuenta a aquellos catalanes que no están por la independencia. Digo “tienen en cuenta” porque se han percatado que existen. Los han visto manifestarse muchas veces. Han visto que no calla. Les ha impactado los grupos organizados que han retirado todo aquello que los independentistas habían colgado. En definitiva, ahora saben que delante de ellos hay gente que luchará en contra de todo aquello que les impongan.

Por eso estamos mejor. La manifestación del 8 de octubre fue clave para todos estos cambios. Ha sido un año de lucha. Esta aún no ha terminado. Ahora bien, aquellos que salieron a la calle se han dado cuenta que su lucha no fue en vano. Que sirvió de mucho. Por eso están dispuestos a seguir luchando por la unidad de un país que unos pocos querían romper. También la manifestación sirvió para que muchos abducidos abrieran los ojos y se dieran cuenta de la realidad. Unos ya no son tantos, mientras que los otros cada vez son más.

César Alcalá