Esta semana los indepes se han quedado en pelotas porque aunque haya que ser un experto en hermenéutica para entender las tiranteces entre los socios que sufren el mal común de la histórica Esquerra, la histriónica banda de Torra, pura arena movediza, y los despendolados cupaires.
Las arenas movedizas, desgraciadamente, no se van a tragar esta corriente de tramontana aquejada de inflamación de separatitis, pero sí que a la vista de todo el mundo los fieles teleadictos de TV3 se han quedado desnudos a la vista de sus vergüenzas.
Hasta el más lelo sabe que si los letrados del Parlament han dicho que la pretensión de Puigdemont, que el títere de Quim Torra ejecuta en plan alumno ejemplar, como un autómata que acabará colgado en un lazo amarillo de un olivo si firma en documento legal las palabras que se lleva el viento de Alt Empordà, la tierra del Hijo del pastelero, el Hijo de Amer.
Hemos llegado al más puro estilo surrealista en el que, ahora mismo, los más sensatos son los de la ERC, y los insensatos el extraño maridaje del PDCUPCAT (como si nivel nacional el PP llegará a un acuerdo con PODEMOS para quitar a Sánchez de la Moncloa). Esto es semejante a lo que pasa en el vodevil indepe. En el fondo: los republicanos quieren que Junqueras quede en libertad condicional. A Puigdemont le importa un pairo lo que les pase a los Rull y Turull porque sabe que su prisión refuerza su liderazgo…
Como conozco en el PDCAT gente cuerda, aunque lo disimulen porque el rebaño tiene que seguir a su pastor, y a sus mastines, para entrar en el cerco de su redil. Estas personas cuerdas sienten vergüenza ajena al ver como los fans de Quim Torra, Eduard Pujol o Elsa Artadi ejecutan lo que dicta el prestidigitador de Waterloo que ésta semana soñaba con la quimera de la concesión del Premio Nobel de la Paz como, seguro, que sueña Donald. Putin es más realista que Trump y que Puigdemont.
Pero este estado de calentamiento y ebullición permanente tiene una mano culpable que se llama Pedro Sánchez que va de reencarnación de franciscano. No me fió ni de los franciscanos.
Lo mejor que le pudiera pasar a los indepes es que Pablo Casado mandará y con Albert Rivera entraran en la Moncloa e ilegalizarán a la CUP por estar a favor de la violencia, pero como no quiero ese efecto político mejor no la ilegalización para no alimentar al monstruo. Vamos, por descontado me gustaría esa ilegalización pero no sus resultados prácticos porque conexionaría al movimiento separata, como les ha cohesionado la prisión de todos los políticos que no se han fugado.
Una cosa es el corazón y otra la cabeza: el corazón es necesario para amar, pero la política es el reino de la cabeza…
Roberto Giménez