Felipe González ha conseguido lo que parecía imposible: que los separatistas le odien más que a José María Aznar y Mariano Rajoy porque sus reflexiones tienen más enjundia y, sin duda, es un enemigo más peligroso. Les da tanta grima como Josep Borrell porque es tan convincente como Felipe, pero tiene el suplemento que es tan catalán como el Hijo de Amer.

El jueves en un acto organizado por El País y la Ser Felipe dijo ‘que Catalunya está más cerca de perder la Autonomía que conseguir la Independencia’. Estoy convencido que la CUP, y los iluminados de Carles Puigdemont, lo buscan como cuña para conseguir la Tierra Prometida de la Independencia, el Paraíso del Cielo en la Tierra, y antes poder envolver a la Tierra con un lazo amarillo para que lo vean los marcianos.

En ese acto dos enemigos irreconciliables, Felipe González y José María Aznar, se trataron con elegancia nunca vista porque derecha e izquierda comparten el mismo principio que es inalterable para cualquier Estado-nación: la unidad nacional es innegociable. En España y en cualquier Estado democrático.

Los separatistas cogen el rábano por las hojas y en su caída libre se agarran a lo que encuentran en su bajada a los infiernos de su condena judicial. El juicio se celebrará este año, y la condena caerá en el 2019.

Apuesto con el indulto, si gobierna Pedro Sánchez, pero con la inhabilitación temporal de varios años para los políticos en la trena.

Ahora, los separatistas se acogen a lo publicado por el españolista El País informando que una treintena de jueces, de los cinco mil que existen en España, llaman en correos internos nazis a los dirigentes separatistas.

El hijo de Blanes, exagera como Federico Jiménez Losantos, exigiendo la dimisión del presidente del Consejo General Superior de Justicia, y de los treinta jueces que piensan lo que piensan. La Libertad de Expresión es un derecho que sólo afecta a los estelados, pero no está contemplado en un foro interno al que ha tenido acceso. Nos tratan como bobos.

Toda Europa denuncia a la Justicia española, dicen los separatistas rasgándose las vestiduras, pero callan cuando la Justicia dice nones a extraditar a Suiza a Falcani, un empleado de banca suizo que ha denunciado a miles de evasores fiscales españoles. No hay peor ciego que quien no quiere ver.

Los separatistas han olvidado este principio universal: la piedra en el zapato sólo incomoda a quien lo calza…

Roberto Giménez