Salvo los ingenuos, todos sabemos como va acabar la entrevista en la Moncloa del lunes 9 de julio entre el presidente Pedro Sánchez y el delegado del Hijo de Amer.
El anticipo nos lo interpretó Quim Torra en el show de Washington de esta semana al rasgarse las vestiduras diciendo que el embajador de España le había llamado ‘mentiroso’ y que había ofendido a Catalunya, porque se debe considerar la encarnación de este país sojuzgado por un Estado opresor.
El alter ego ha tenido los huevos de pedir al presidente Sánchez el cese del embajador de España en los Estados Unidos.
Lo primero que hice fue leerme su discurso dos veces y suscribo de la ceca a la meca sus palabras. Sánchez, que hace de bombero, contestó que no había leído el discurso de Morenés, cuando los discursos de los embajadores están escritos con el visto bueno de la presidencia, redactado por el Ministros de Asuntos Exteriores en un asunto tan delicado. La profesión de un político es mentir. En eso la izquierda imita a la derecha.
La crónica del martes día 10 del delegado del berlinés fugado, y su claca mediática, será que el presidente del gobierno de España es la encarnación, más guapa y joven, del registrador de propiedad de Santa Pola. Que nada ha cambiado.
El presidente del gobierno volverá a mentir diciendo que algo importante ha cambiado: el Estado obtuso anterior ahora escucha las reclamaciones de Quim Torra, y esto sólo es el principio del deshielo de un problema grave que había enquistado el gobierno del PP por su cerrazón.
Pongo la mano en el fuego en lo que dirán, con estas o parecidas palabras, el presidente y el president, porque ni Mariano Rajoy ni Pedro Sánchez, como dijo el expresidente de Uruguay, José Mujica, ‘nadie puede pedir lo que no se puede dar’. Ni el presidente de España, ni el Jefe de Estado, pueden decidir sobre la integridad del Estado porque es una competencia de todos los españoles.
Al rey no iría a la cárcel, porque es inviolable, pero el presidente del Tribunal Supremo, Pablo Llarena, ordenaría la prisión en la cárcel incondicional del presidente de España porque existe mayor delito para un Estado. Como puede ver: el anterior Govern está en prisión antes de juicio, y todos serán inhabilitados… No hace falta ser juez para saberlo.
Esta es la ventaja de la Democracia que todos los ciudadanos tenemos la obligación de cumplir la Ley, incluso la única persona inviolable porque de no hacerlo le costaría la Jefatura del Estado que es un atributo formal no sustancial.
La Monarquía parlamentaria es una Republica con vestido de Corona, pero basta ver como los indepes no la quieren, para defenderla. Incluso los que no tenemos alma monárquica…
Roberto Giménez