Tengo una tendencia natural a no meterme con los débiles. Todos preferimos a David que a Goliat, pero yo he interiorizado este defecto porque he dejado pasar tranvías simplemente por no ser un trepa.

Tengo unos principios que me han costado muy caros. No es un mérito mío sino que va en los genes. Desgraciadamente, también he heredado genes mutados…

Pero este artículo no quiero hablar de mi sombra, sino de la cara de un hombre débil, Quim Torras. Una amigo extraviado del que hablé ayer en la Libreta Azul, hace un mes me envío una colección de cincuenta artículos escritos, escritos en los últimos cinco años,  por este vicario de Carlos Puigdemont.

 

La degeneración de la política nacionalista enfila la carrera sin frenos hacía abajo que tiene en quince años cuatro nombres en caída libre: Jordi, Artur, Carles y nos hemos quedado con los restos de serie de Quim.

De Torra no quería hablar porque analizando sus artículos aparece un patético racista que en Catalunya llamamos supremacista, porque lo de racista suena a nazi, y Quim no es un camisa parda, pero sí que ha bebido en esas fuentes nacionalistas comunes nacidas a finales del siglo XIX, y que en XX provocaron los desastres de la guerra de Hitler.

No quería hablar del vicario, la marioneta, el muñeco ventrículo del Hijo de Amer pero debo de hacerlo porque ayer por la noche recibí la inesperada llamada de un arquitecto que ha trabajado en los Juegos Mediterráneos de Tarragona 2018, abiertos este fin de semana.

El arquitecto me dijo que Quim Torra se le había presentado como el President independentista de Catalunya. Este arquitecto sabía que iba de este palo parque en el Colegio de Arquitectos de Barcelona, hace tres años, había sido muy comentado entre los colegas que un desconocido señor de Blanes, el que políticamente dirigía la rehabilitación del Born de Barcelona, se presento al arquitecto de la obra como ‘independentista’.

Vamos, como si García Albiol se presentará al arquitecto como un ‘españolista’. Si lo hubiera hecho sería el hazmerreír de Polònia, y con razón.

Lo cierto es que el responsable de esta devaluación, como el peso y la boluda selección Argentina, es el berlinés fugado.

No entiendo como los estelados no sienten rubor ante un personaje así. No tengo otra explicación que ésta: es bien sabido que no hay peor sordo que el que no quiere oír.

Roberto Giménez