Una semana después del nombramiento de Quim Torra sigo sin entenderlo. Entiendo que Carles Puigdemont haya decidido que sea el elegido por una cuestión de confianza; y también entiendo que el grupo de fans de Puigdemont. Seguirán a la cabra montesa y se despeñarán  por el precipicio porque los iluminados tienen una fe ciega en el líder.

Han entrado en una nueva dimensión, una secta, la de la fe en Kim-Demont, pero no entiendo al resto de los indepes: PDCAT, ERC y la CUP.

Estaba seguro  que los tres iban a aceptar al candidato el estelado berlinés pero suponía que el fugado hubiera llamado a los tres a consultas, y plantearles su candidato. Que estuvieran reunidos las horas que hicieran falta y salieran de la Berlín con el nombre del Ausente. Pero no ha sido así. El hombre ha sido señalado con el dedo del líder y la Santa Compaña se ha resignado a decir ‘amén’, y eso es lo que no entiendo, que como los kamikaze hayan aceptado el sacrificio por el Emperador Hiro-Mont-Hito.

Este acto suicida al servicio del Sol Naciente catalán: en la puerta de Sol el sol amanece medía hora después que en la sala de la virgen Moreneta del Palau de la Generalitat donde Kim-Demont, en dos minutos prometió fidelidad al Parlament y no a la Constitución ni al rey. En una sala mustia en la que sólo estaban la mujer, la madre, Roger, el hujier, cuatro testigos, el cámara de la Casa Nostra. La virgen ‘negra, y las telarañas.

Con esta decisión unipersonal del protagonista, director y guionista (el productor, todos los catalanes, estaba ausente. Vimos la ceremonia fúnebre detrás del plasma, como el padre de la novia de Henry de Inglaterra), el fugado berlinés ha confirmado el refrán español de ‘dime de que presumes y te diré de que careces’ porque se llena boca de  democracia y participación y luego hace como el rey Sol: decidir solo sin consultar a su sombra.

El Hijo de Amer ha pegado un tiro no en el pie sino en la rodilla de los tres socios resignados y masoquistas. Los tres sangran a la vez porque ha despertado los fantasmas europeos. El primer nacionalismo catalán, L’Estat Català  era étnico: los catalanes con cuatro apellidos (no conozco a ninguno que tenga ocho apellidos) proceden de la raza aria.

Un excompañero me ha pasado cincuenta artículos del President, desde el 2010, y no hay ninguno que no sea racista. Me imagino que son los que Inés Arrimadas ha dicho que enviará a todas las cancillerías europeas sobre lo que piensa el nuevo President. No dudo que la madre es una santa, pero él es un hijo de… Blanes.

Roberto Giménez