La sociedad catalana empieza a estar cansada de la situación política. Están hastiados de que, dos meses después de las elecciones, aún se estén peleando para saber quién será el president, cómo se formará el gobierno, servirá de algo lo expresado el 21-D, volveremos a elecciones, habrá gobernabilidad. Todas estas incógnitas están por despejar. Y, de momento, seguirá así. Y todo a pesar de lo que pretende hacer C’s intentando provocar un pleno para que corra el tiempo. Quizás algunos tenían que tomar otras decisiones porque las urnas les dieron un mandato que no han cumplido.
Y es que estamos en la casilla de salida. Al no hacerse el pleno de investidura, estamos viviendo un eterno 22-D. Esto no es bueno para nada ni para nadie. Cataluña tiene que ser gobernada. Y, aún así, tenemos un problema o dos partidos tienen un problema. Y me refiero a ERC y Junts per Catalunya.
Ambos tienen una mosca cojonera llamada Puigdemont. Al no tener nada que perder está poniendo contra las cuerdas a los suyos y a sus antiguos socios de gobierno. En su dorado “exilio” está manejando los hilos y está haciendo perder los nervios a todo el mundo. Todos saben que es descabellado lo que pide, incluso él. Sin embargo, cuando uno no tiene nada que perder, puede hacer perder el tiempo a todo un país. Y es que España también se está resintiendo económicamente, no sólo Cataluña.
Decía que tienen un problema y es más complicado de lo que parece. A día de hoy se están barajando una serie de nombres que, a finales de marzo, deberán dejar la política activa. A día de hoy hay 18 personas que pueden ser imputadas por el juez. Quizás puedan llegar ser más. De estos 6 están huidos. Cuando se dé carpetazo al proceso y quede listo para ser juzgados, automáticamente los imputados no podrán ejercer ningún cargo público. Esto es, deberán dejar sus actas.
En una lista electoral hay tres tipos de nombres distribuidos a lo largo de ella. En los primeros números hay las personas que partido -a veces las encuestas- les dicen el número de escaños que posiblemente puede obtener. Se colocan de más a menos importantes. Ahí encontramos el corte. A partir de él relleno hasta los últimos que, normalmente quedan reservados para homenajear a personajes destacados, afines o políticos que deciden abandonar la política.
El problema catalán, dentro de mi punto de vista, radica en saber ¿quién será el nuevo president? El panorama se transformará. Pocas caras conocidas podrán continuar como consecuencia de la inhabilitación. Muchos de los que van de relleno no están lo suficientemente preparados para asumir una responsabilidad como esta. Los que han abandonado la política quizás no estén dispuestos o no quieran volver a primera línea.
¿Escogerán un tapado? Esa es la única opción. Ambas formaciones tienes cantera. Ahora bien, esta cantera ¿está lo suficientemente preparada? ¿No necesitarían antes un rodaje? ¿Pondremos el futuro de Cataluña en manos a aprendices?
La situación es complicada y más cuando los dos partidos han empezado a jugar en ligas diferentes. Mientras Junts per Cataluña siguen empeñados -sobre todo Puigdemont- en internacionalizar un tema que, si nosotros estamos cansados, en Europa es una anécdota, ERC quieren darle carpetazo al procés. ERC se ha dado cuenta de la realidad y que, si quieren conseguir su propósito -la independencia- tendrán que cambiar de táctica y utilizar otros métodos. Los llevados a cabo hasta ahora están caducos y muertos.
Eso no lo ve Puigdemont y los suyos. Tampoco la CUP o, al menos Anna Gabriel, que quiere internacionalizar algo que no se entiende muy bien, pues nadie la acusó de nada y expuso que no tendría un juicio justo. Veamos, la llamaron a declarar. En ningún momento se pretendió juzgarla. Gabriel ha tergiversado la realidad a beneficio propio. Un beneficio que aún no se ve muy claro.
En definitiva, hay un problema. El panorama político cambiará en pocos días con las inhabilitaciones y Cataluña está en busca de un president o presidenta. Mientras tanto, como me comentaban, Europa y países amigos de España no comprenden como un grupo de personas promotoras de un golpe de estado no están en la cárcel.
César Alcalá