César Alcalá

Si queremos volver a la normalidad en Cataluña debemos ser sincero y dejar de una vez postureos y utilizaciones interesadas del lenguaje. Y pondré dos ejemplos. El pasado 5 de enero, al conocerse la no excarcelación del Oriol Junqueras se publicaron muchos twitters y comentarios. Carme Forcadell comentó: “es una pena que 4 padres no puedan pasar el día de Reyes con sus hijos”. Por otra parte Marta Pascal afirmó que “le dicen prisión preventiva pero es castigar a quienes piensan diferente”.

Seamos sinceros, señora Forcadell, hay miles de padres y madres que el pasado 6 de enero no pasaron el día de Reyes con sus hijos. No victimicemos una decisión judicial. El independentismo catalán está plagado de victimismo. Ha sido su máxima. Les encanta y disfrutan dando pena. Quizás ya basta. Ya no nos dan pena, porque nunca nos la han dado y nunca nos la darán. Si no pudieron pasar el día de Reyes con sus familiares es porque anteriormente habían cometido un delito. Eso es todo.

Por lo que respecta a la señora Pascal, en España no se persigue a las personas que piensan diferente. De ser cierta su afirmación todos estaríamos en la cárcel por ello. Se castiga a Junqueras y a los que están en la cárcel por haber dado un golpe de estado. Por haber derogado la Constitución y el Estatut. Por saltarse la ley y por imponer un nuevo sistema político en España. Están en la cárcel por no hacer caso a los requerimientos. Están por declarar ilegalmente la separación de Cataluña de España. Están por haber declarado que Cataluña es una república en un país monárquico. Están por utilizar la democracia a su antojo e importarle muy poco el poder legal y político establecido en España. Señora Pascal todo esto lo han hecho ustedes desde el mes de octubre del 2017. A muchos nos importa muy poco que piensen de manera diferente. Por eso no les encarcelaran. Por saltarse la ley, si.

Finalizo con el twitter de Xavier Antich. Hermano de un ex director de La Vanguardia y profesor de ética de la Universidad de Gerona. Escribió Antich: “Esto no es justicia, ni tiene que ver con la ley: es venganza, represión y política de guerra”. Es una pena que Antich, cuyo supervisor doctoral fue Francisco Canals Vidal -vinculado con el Padre Orlandis- haya quedado abducido por el procés. Ahora bien, señor Antich, esto es apología al odio, porque nada de lo que dice es verdad. Ni venganza, ni represión ni política de guerra. No estamos en guerra. No tergiversemos la realidad. En la calle no hay conflictividad tal y como la pintan ellos. Esta conflictividad sólo está en sus cabezas. Esta apología del odio tendría que estar penalizada, porque incita a la violencia social.

Luego tenemos la matraca de los presos políticos. En un estado democrático no existen presos políticos. Es una falacia decirlo y colgarlo de ayuntamientos y entes municipales y supramunicipales. Mienten a sabiendas que lo están haciendo. Tergiversan la realidad y sus seguidores no sólo se lo creen, sino que van por el mundo con los lacitos de color amarillo. En democracia hay personas que se saltan la ley y son encarcelados. En este caso hay una serie de políticos que no han respetado el poder constitucional y fueron encarcelados. Son políticos presos no por sus ideales o pensamientos, sino por saltarse la ley. Es muy diferente esta matización. No vivimos en Cuba o Venezuela. En estas dos dictaduras sí que hay presos políticos. En la España democrática no. Querer comparar el sistema político y judicial español con el venezolano o cubano es de miserables.

Tampoco hay persecución política. Si que la hubo en su tiempo en Cataluña y en España, pero nos tenemos que remontar a la guerra civil española. En ese momento si se persiguió políticamente a miles de españoles. Se persiguió a los que iban a misa, a los empresarios, a gente de derecha, a nacionalistas catalanes, a sacerdotes, a estudiantes, a empleados, a… Se persiguió, por activa y por pasiva, a todo lo que fuera contrarios al ideal anarquista y, posteriormente, al comunista. También en tiempos de la dictadura franquista se persiguió a gente. Algunos fueron ejecutados y otros pasaron años en la cárcel. Desde la aprobación de la Constitución y primera elecciones democráticas, en España no se ha perseguido a nadie por sus ideales políticos. De ser cierta esta afirmación sólo existiría un pensamiento en España y, por suerte, hay pluralidad.

Después tenemos la evolución de un personaje según las circunstancias. Algunos han pasado de ser presos políticos a rehenes políticos. Lo peor de este movimiento sintáctico no es hacerlo, sino creérselo. Y lo peor de los “amigos del procés” es que compran cualquier exabrupto que salga por la boca del algún independentista iluminado. Como la parábola que Junqueras es un hombre de paz. Es que ya lo sabemos. Históricamente también conocemos quiénes eran los señores de la guerra. No hace falta tergiversar el vocabulario para mantenerse en la brecha. Hace falta ser sincero.

Y esto es en lo que fallan los independentistas. No son sinceros con la sociedad catalana. Se han acostumbrado tanto a mentir, que ahora tergiversan la realidad y el vocabulario. No pueden decir que era todo mentira, porque se les desmonta el chiringuito. La realidad es que todo era mentira, una invención, un ideal, un montaje para tapar una realidad. Crearon un mito -el independentismo- para tapar una realidad -la corrupción-. No hay más. Y hasta el día que los políticos catalanes no asuman sus mentiras y errores, no volveremos a la realidad y a la normalidad social u política.

César Alcalá