Hoy domingo hace un mes era jueves de luto en las Ramblas y media noche sin estrellas en Cambrils. A las 5,15 de la tarde un amigo de la colla CAFE estaba en las Ramblas y me lo contó en caliente conn fotografias. El azar tiene carambolas. Mi amigo es criminólogo.

El viernes nos volvimos a reunir para cenar en nuestra sede cafetería inglesa de Mollet a un tiro de onda del campanario de Sant Vicens.

El depurado periodista de las intempestivas sabatinas en la Vanguardia, Gregorio Morán, escribió que no era casual que en Cataluña hubiera más mezquitas que en el resto de las comunidades autónomas, porque esa fue una política urdida por los últimos gobiernos de Jordi Pujol. Lo que explicó Morán lo sabía de hacía muchos años, pero el periodista me lo confirmó.

Con el articulista de las sabatinas desde los años 80, treinta años ininterrumpidos. Era el primer artículo que leía en La Vanguardia, mi diario de cabecera, junto con El Mundo de Pedro Jota.

Dejé de comprar El Mundo cuando a su fundador cesaron los italianos para congraciarse con el gobierno de Rajoy; y dejé la Vanguardia cuando se escoró hacía la banda separata…

Vuelvo a Morán: no estaba siempre de acuerdo con él (casi nunca estoy siempre de acuerdo con alguien), pero lo respetaba porque tiene buena información y escribe con tino.

La primera vez que leí su nombre fue en un libro documento, de ensayo, titulado ‘Los españoles que dejaron de serlo’. Un libro agotado pero estremecedor porque hablaba con nombres y apellidos de vascos que habían ingresado en ETA para romper España con hachazos de tiros en la nuca y bombas lapa. Conocer a los verdugos y saber por qué se habían convertido en asesinos me golpeó el corazón.

Gregorio me confirmó lo que comisarios de la Policía Nacional me habían contado, y que no dudaba, pero verlo escrito fue la rúbrica de ese error. ¿Saben por qué Jordi Pujol pretendió que el grueso de la emigración extranjera en Catalunya fuera marroquí? Por una cuestión lingüística. Pensaba, y no se equivocaba, que si los nuevos inmigrantes eran suramericanos no iban a aprender el catalán…

En los años de la bonanza la industria catalana necesitaba mano de obra poco preparada porque había trabajos mal pagados que los nacionales no querían hacer, y sí aceptaban los africanos con buena gana. Los negros eran más sufridos que los bereberes, más orgullosos los musulmanes.

Que fue un programa oficial de la Generalitat lo demuestra que nombró a Àngel Colom, ex secretario general de ERC Secretari d’Inmigració de CDC cuando empezó aplicar está política de mirar a Rabat.

Por eso el CNI, tras los atentados marroquíes del 11-M, reorientó su estrategia antiterrorista. La amenaza ya no era ETA sino otra más arbitraria. Los yihadistas están integrados en lugares tan bressol de Catalunya como, pongamos por caso, Ripoll…

Roberto Giménez