El viernes a primera hora de la mañana, ya lo saben, salió el Govern en pleno en el Pati dels Tarongers para declarar el uno de octubre (durante el franquismo era fiesta oficial: el Día del Caudillo), como el día del Referéndum que no se va hacer. Ni siquiera será como el 9N, el veinticinco aniversario de la Caída del Muro de Berlín (A los indepes les gusta jugar con el simbolismo de la fechas. Lo llevan en la sangre). El 9N hubo simulacro. Esta vez ni eso va a ver.
Como nadie en su sano juicio lo iba a entender, si estuviera invernado desde hace cinco años, lo voy a contar con una metáfora: los separatas acaban de hacer un órdago al Estado. Un envite de farol. Juegan al mus. Pero las reglas del mus es que necesitan cuatro jugadores y en esta partida de vacile sólo hay tres: El PeCAT (con D mayúscula), los antiguos confederales de Esquerra, y los Antisistema. Podemos también son antisistema pero, a diferencia de la CUP, los electores no son indepes. Los que mandan me recuerdan a la margarita.
Los argentinos en la Argentina son muy nacionalistas, pero cuando emigran no les puedes dar la espalda…
De los tres de la banda los del PECAT son a los que les está temblando las piernas, salvo a los que proceden de las JNC, la Obra Predilecta del Régimen nacionalista de Jordi Pujol: las Joventuts que son los que se han hecho amos del partido: Pascal, Rull, Turull. Los Jóvenes del Foc Nou de la Catalunya catalana. Nunca habían creído que a esta edad de sus vidas hubieron dado el paso al frente que sólo habían dado en sus sueños de adolescencia. Es la derecha separata.
Los de Esquerra ya son otro cantar: la ERC histórica nunca fue separata. Los que tenemos una edad lo sabemos: eran confederales que se hicieron indepes en 1990 cuando Àngel Colom asumió la secretaria general. Heribert Barrera lo era de corazón, como Pujol, pero el recuerdo de la Historia le impedía coincidir con partido de etnicista de L’Estat Català de la República. Su utopia era la sustitución de España por la Confederación Ibérica. Es la izquierda separata.
Los últimos en llegar a la galaxia separata son los de la CUP. Es la vieja FAI con barretina. La mala educación de la sociedad ha producido está especie de rebelión adolescente que tiene un germen de radicalidad autodestructiva.
La Anarquía sobre el papel es el régimen perfecto. Lo defendía el escritor y pensador José Luis Sampedro, pero también decía que una cosa era la Utopía y otra la realidad, y para poder llegar ese karma social superior las personas debian cambiar interiormente. Trascendemos de la política a la filosofía, pero no hablamos de filosofía, sino de política, y el caos porque lo que buscan los Antisistema es la revolución. Repito: el caos. Es la política adolescente. Por eso los de la CUP no tienen miedo. Están ilusionados, como si estuvieran en la noche reyes adelantada. Van fumados.
Pero cuando levante el día verán que los Reyes Magos no existen, que les traerán carbón, y algún palo en forma de sentencia judicial que tendrán que cumplir los Mossos que, como explicaba el pasado domingo, serán los malos de la película (bueno, del Teatro), van a comerse el marrón.
Mientras no firmen nada, nada les pasará. Ahora todo lo dejan en manos de la gente de la calle. Este año tendremos no una sino dos performance: la tradicional de 11S y el Día del Caudillo. para cerrar el chiringuito. Caput.
Roberto Giménez