
¿Te consideras una persona celosa? ¿Tienes a tu alrededor una persona celosa, ya sea pareja, amigo…?, ¿cuándo se convierten los celos en un problema psicológico? ¿La persona celosa puede cambiar, puede reconducir esa tendencia?
Los celos son una respuesta emocional, mental y conductual compleja que puede aparecer ante la percepción de que surge una amenaza externa que pone en peligro una relación interpersonal significativa para la persona –nuestra pareja, por ejemplo- o supone una amenaza para la propia autoestima o valía personal –reflejando nuestras carencias afectivas y emocionales-. Hay diferentes tipos de celos –a parte de los de relación de pareja-, por ejemplo los que surgen entre amigos, entre hermanos u otros miembros de la familia, y celos hacia compañeros de trabajo y profesión. Todos ellos poseen algunas características comunes.
A pesar de que los celos es una reacción normal entre la población, representa un problema grave o patológico cuando aparece con demasiada frecuencia, cuando la intensidad del sufrimiento que nos provoca es elevada (angustia, necesidad de control…) o causa deterioro en la relación de pareja. Otra variable a tener en cuenta para determinar el grado de “normalidad” es si existen razones para los celos o son infundados por completo.
Los sentimientos que propician la reacción afectiva de los celos se sustentan sobre una falta de confianza y dificultad para valorar a sí mismo/a (yo no valgo tanto), que en cada persona está condicionada por sus experiencias vividas des de la infancia (sobreprotección o descuido de los padres, problema de habilidades para relacionarse en la escuela,…).
Hay algunos factores que predisponen a ser una persona celosa como por ejemplo, patrones afectivos negativos aprendidos, modelos no muy positivos a seguir… rasgos de personalidad de desconfianza, narcisismo, o con necesidades de aprobación, de afecto, sentido de posesión exacerbado, estructura psicológica de inmadurez emocional vinculada a la idea de apego –todo tiene que girar a mi alrededor, esto es mío, me pertenece, etc. Además, la cultura occidental asocia celos y amor: el mito romántico de que los celos son una demostración de querer a otra persona: “si no tienes celos es que no me amas.”
Los celos son enormemente destructivos en la pareja y pueden alterar nuestra percepción de la realidad provocando un filtro mental (sólo ver sucesos que autoconfirmen nuestra hipótesis: miradas,…etc). Los celos pueden penetrar en silencio en nuestra mente y susurrarnos pensamientos relacionados con nuestros complejos, inseguridades, complejos de inferioridad, etc, o bien pueden irrumpir con fuerza en nuestra cabeza, propinando sonoramente toda clase de reproches y condenación hacia la persona-foco de nuestros celos. De cualquier forma, los celos son la manifestación de la inseguridad y la falta de confianza en uno mismo, por eso el primer paso siempre será reconocer que los celos surgen de nuestra propia psicología, es nuestro propio miedo a perder algo o a no ser suficiente.
Una persona que elige cuidar de sus emociones, de su autoestima, que se vuelve más independiente, que persigue sus metas, que aprende a controlar sus emociones y es más lógica y racional, que cultiva su mente con meditación, relajación…etc, será una persona con más factores de protección para los celos. Una misma persona que antes era muy celosa puede cambiar progresivamente y no tener necesidad de defender su terreno, porque no necesita tanto la aprobación de los demás y/o porque se alegra de que otros puedan poseer cualidades y experiencias positivas, aunque yo no sea directamente partícipe de ello siempre.
En resumen, los celos en pequeñas dosis son saludables para inspirarnos a seguir creciendo a nivel personal y profesional, pero si son excesivos pueden ser enfermizos y llegando a ocasionar mucho dolor.
Lucía Rodríguez
Psicóloga