
En estos días de reflexión y recogimiento algunos se hacen muchas preguntas. La sociedad española lleva días haciéndose una que, para muchos, es vital: ¿habrá nuevas elecciones?
Es más, en estos días muchos intentan reflexionar interiormente y externamente sobre el porqué de unas nuevas elecciones, la posibilidad de una coalición y los motivos por las cuales llevamos meses con un gobierno en funciones. Algunos apuntan que, como ocurrió en Cataluña, en el último momento habrá consenso. Recordemos que, a los pocos meses de ese consenso las cosas han cambiado y hoy no lo habría. Y en Cataluña hablábamos de unos pocos votos. En España el número de votos es muy grande, demasiado.
Para saber lo que pasará quizás tengamos que saber lo que está sucediendo. Y las cosas, por así decirlo, no están sucediendo como uno quisiera.
El PSOE parece que está al frente de todo porque su secretario general, haciendo un doble salto mortal, se presentó a la investidura. Es cierto que las perdió, pero antes consiguió un aliado, aunque débil. Pedro Sánchez ha sido puesto en duda desde el primer día. Es más, no todos los de su partido lo querían. Necesitaba un golpe de efecto para ser algo más. Y lo ha conseguido a medias. Si bien es cierto que algunos lo vanagloriaron después de la fracasada investidura y comentaron que era un futurible, las cosas no siempre son así.
Felipe González tomó fuerza en el Congreso de Suresnes de 1974. Ahora bien, en el momento que fue investido como líder de los socialistas fue el día que presentó una moción de censura a Adolfo Suárez. Sabía que la perdería, pero ese día se ganó el respeto de los suyos. Sánchez aún no se ha ganado ese respeto y, si como parece, no es investido presidente del gobierno, en las elecciones de junio hablaremos de Susana Díaz y no de él.
A pesar de lo que algunos piensen o comenten el poder de Podemos está en declive. Con ello no quiero decir que pierda adeptos. Está perdiendo fuerza a nivel general. Y es una constante dentro de la izquierda extrema o del comunismo. Dicho de otra manera. Hay un clásico que dice lo siguiente: si dejas a tres comunistas encerrados en una habitación, te vas a almorzar, cuando vuelvas tendrás tres partidos políticos. Y eso es lo que le ha pasado a Podemos. Ya lo tenía en su interior. En las últimas elecciones sacaran cerca de setenta escaños, pero falsos. La marca llegó a los 40. Y los satélites, es decir, mareas y contramareas sumaron para llegar a esa cifra.
Ahora los satélites quieren ir por libre. Tenemos Barcelona, pero también Valencia y Galicia. Es más Iglesias y Errejón están a la greña. Con lo cual, por mucho que Sánchez quiera, sabe que Podemos es problemático. Al menos a día de hoy. Mañana aún puede ser peor y, por consiguiente, es un partido poco fiable para pactar. Y lo es porque te puede dejar en la estacada si auto provoca una escisión interna, lo cual no es descartable. Por lo tanto, el poder de Podemos va en declive, aunque no será tan grande como algunos esperan. Podemos ha entrado en el Congreso y tardará mucho tiempo en desaparecer de él. Hay que tenerlo presente, pero con reservas.
Los de C’s es una cacofonía política. Aún sigue siendo el partido de Alberto Rivera. C’s surgió de una escisión del PSC en la época de Maragall. Este partido tiene muchas similitudes con UPyD, que fue una escisión del PSOE. Ambos aparecieron al mismo tiempo y ambos se han convertido en partidos unipersonales. Rosa Díez por UPyD y Alberto Rivera por C’s. Fuera de ellos la nada. Es cierto que en algunas Comunidades hay miembros destacados de C’s, pero siempre bajo la sombra de Rivera y sus puestos los han conseguido porque han tenido a Rivera como telonero.
La política llevada a cabo por C’s es un misterio. Han apoyado pactos, pero sin entrar en gobierno. No sabemos qué harían, porque nunca han gobernado. Se jactan de ser la regeneración política, pero hay miembros de este partido que han dimitido por corrupción. Tampoco sabemos muy bien hacia adonde van, pues algunos de sus miembros provienen del PSOE otros del PP, otros de CiU y otros son indefinidos. Ante esta amalgama de pensamientos es complicado tener una referencia exacta de las coordenadas políticas de este partido.
Y nos queda el PP. Podríamos decir que es el único partido que se ha mantenido en sus trece y, en el fondo tiene razón. Ganó las elecciones y no consiguió los apoyos suficientes para poder elegir a su líder como presidente del gobierno. Eso sí, nadie apoyo a este partido, pero todos piden que dimita Rajoy. Al PP le falta hablar un poco claro. Si bien es cierto que la corrupción ha marcado a muchos de sus dirigentes, también es cierto que el PSOE, CiU, C’s, Podemos… están marcados por la misma corrupción. Silenciar esto supone un ataque frontal focalizado en un solo punto. Y es ahí donde falla el PP. Hay que hablar claro y, con claridad se entiende la gente.
Rajoy quizás no debe dimitir y debe presentarse a las próximas elecciones. Y el motivo es muy simple. Como dijo Churchill, un estadista es el que piensa en el futuro y no en las próximas elecciones. Rajoy ha demostrado que es esto y, sin miedo a exagerar, es el mejor político que hoy en día hay en el Congreso. Forma parte de la vieja política que surgió durante la transición y eso se nota. A los otros les molesta porque hace sombra. Allá ellos, que maduren, se hagan mayores y empiecen a formarse como lo que deben ser. Eso es, buenos políticos.
Visto todo lo que acabamos de decir, hay una pregunta que debemos formularnos: ¿Puede España estar tanto tiempo sin gobierno?
No. Y es que, a pesar de los pesares, dejando de lado que ha muchos se les llena la boca hablando de cambio, de política, de regeneración, de… lo cierto es que hay mucha mediocridad en nuestros políticos. A todos aquellos que se les llena la boca hablando de la transición, solamente recordarles una cosa. En el hemiciclo del Congreso había a la derecha un señor llamado Manuel raga Iribarne y a la izquierda un señor llamado Santiago Carrillo solares. Como tercera fuerza del país estuvo Dolores Ibárruri Gómez y un tal Rafael Alberti Merello. El amplio abanico ideológico era muy claro, más que hoy en día. Ahora bien, el nivel intelectual en nada se parece al que vivimos hoy en día. A pesar de las discrepancias ideológicas todos ellos sabían lo que había pasado en este país desde 1931 a 1975. Todos ellos tenían una meta común. Y esta se llamaba caminar hacia la democracia. Por lo tanto, trabajaron para y por ella.
Algunos de nuestros actuales políticos se miran el ombligo y no ven mucho más allá de sus narices. Lo han demostrado desde el 20 de diciembre. Unas nuevas elecciones no cambiaran el panorama político. Diputado arriba o abajo todo seguirá como ahora. Pueden cambiar perfiles o líderes, pero la estructuración no. Por lo tanto, si ahora no quieren hablar, adelante. Eso sí, tienen que saber que, a pesar de todo, están condenados a negociar y a entenderse después del mes de junio, si es que hay elecciones. Por lo tanto, que estos días sirvan para reflexionar y empezar a levantar puentes de diálogo y negociación con la única intención de mejorar el futuro de nuestro país.
César Alcalá