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César Alcalá

Cuando se publique este artículo con toda posibilidad -casi seguro- Catalunya tendrá un nuevo presidente de la Generalitat. Esta afirmación no nos debería sorprender. Más de un centenar de presidentes ha habido a lo largo de la historia y este es uno más. Lo importante es lo que hará o si quedará en los anales de la historia.

El que se ha marchado sí que quedara ahí incluido. En pocas horas se han dicho mil y una cosas con respecto a su dimisión. Desde un paso al lado a que los soberanistas se lo han cargado. Y todo esto puede ser cierto. Lo que ocurre es que Mas ha aplicado una táctica con respecto a su sustitución y a su futuro inmediato.

Por una parte sabía que en unas supuestas elecciones su fortaleza era tan débil que perdería las elecciones. Posiblemente la coalición con ERC no existiría y CDC en solitario era un cadáver político. Ahora era fuerte para imponer ciertas prebendas. Estas han sido aceptadas y la jugada le ha salido bien. Coloca a uno de los suyos en la Generalitat. Mas se centra en resucitar a CDC con unos nuevos posicionamientos sociales e ideológicos. Y ante unas nuevas elecciones sale a la palestra y gana las elecciones.

Vamos a ver. Mas, con su decisión sea convertido en un nuevo mártir de Catalunya. Todos aquellos que hace poco decían pestes de él, ahora hablan con admiración de esta persona que ha dado un paso al lado por convicción y por el futuro. Lo cierto es que la nueva CDC aparecerá como un partido no independentista y de centro derecha catalanista. Es decir, volverá a sus orígenes porque el tiempo -el único que tiene razón- juega a su favor. El que inició el procés sabe que es imposible la independencia. Mas renuncia ahora, dejará que los demás se quemen, y él en la sombra renacerá como el único salvador de la patria. Y, eso sí, afirmará que nunca había sido independentista, sino que se vio obligado por las circunstancias del momento que le tocó vivir y gobernar.

Luego tenemos el futuro de la CUP. Ha conseguido romperla. Es más, los ha convertido en tránsfugas. Un partido antisistema ha roto sus principios. No sólo han entrado a formar parte del sistema, sino que dos de sus miembros estarán sometidos a la voluntad de Junts per Si. Con lo cual debemos preguntarnos, o deben preguntarse los que votaron a la CUP, es si les han mentido a sus votantes o esto forma parte de ser antisistema. Lo único cierto es que Mas ha conseguido romper este partido o, mejor dicho, dividirlo, fragmentarlo y hacerlo pasar por el tubo. Porque claro, ahora todo es culpa de la CUP y por eso deben pedir perdón públicamente a todos los catalanes. El surrealismo de Mas ha llegado a ser esperpéntico.

Y finalmente tenemos a los de ERC. Algunos pueden creer que ha ganado Junqueras. Y se equivocan. Después de la CUP en breve los malos serán los de ERC. Ya hay voces que dicen, dentro de CDC, que mientras ellos se partían la cara negociando estos lo veían detrás de la barrera. Si en breve las cosas no van a mejor, es decir, no se consiguen los propósitos formulados desde 2012, el principal culpable será ERC y la CUP. Con lo cual, el poder de Junqueras mermará y, si no pasa esto, Mas se encargará de proclamarlo en todas partes.

En fin, lo de ayer puede parecer una pantomima, pero no lo es. La táctica que está utilizando Artur Mas tiene nombre: tierra quemada. La política de tierra quemada o de tierra arrasada es una táctica militar consistente en destruir absolutamente todo lo que pudiera ser de utilidad al enemigo cuando una fuerza avanza a través de un territorio o se retira del mismo. Mas quemara a Puigdemont, ERC y la CUP para alzarse, antes de 18 meses, como un mesías salvador de la patria. Quien piense que Mas es un cadáver político se equivoca. Puede estar ahora en la UCI, pero no ha muerto.

César Alcalá

Escritor y historiador