El Vallès guarda silencio

por la muerte inevitable,
de ciento cincuenta seres
que murieron en el aire;
porque el destino funesto
les llamó el pasado martes.
Banderas a media asta.
Crespones negros de luto,
y el dolor en cada alma
de familiares dolientes
que han perdido al ser amado,
cruelmente y de repente.
Fue en vuelo sobre los Alpes
cuando la parca cruel,
se ensaño rastreramente
entre personas de bien;
entre adultos y entre niños,
¡sabe Dios, sólo el por qué!
Mis ripios están de luto
igual que todo el Vallès.
Tengo un temblor en el pulso
y en el alma un no se qué;
porque el final de la estrofa,
ha de dar, un pésame.
Francisco Barbachano