Debería haber más premios para nuestros políticos. Y, a poder ser en muchas categorías, diferentes: al más eficaz, al más cumplidor de sus promesas, pero también al más inútil, al más populista o al más demagogo.
Hagan una lista con sus preferidos. Seguro que tienen candidatos en mente para cada premio.
Si hubiera un premio al más desleal, por ejemplo, yo tengo claro que debería ser otorgado al President de la Generalitat catalana, Artur Mas. Nadie reúne tanto méritos como él para hacerse acreedor de este galardón.
Debería ser motivo de reconocimiento que quien ostenta el máximo rango de representación del Estado en Catalunya, quien debería ser el máximo defensor de sus leyes, sea al mismo tiempo el máximo instigador de un proceso que lo que persigue es precisamente romper ese mismo Estado y que utiliza todas las triquiñuelas legales a su alcance para saltarse, día a día, esas mismas leyes.
Hay que trabajar mucho, con constancia y dedicación, para alcanzar estos niveles de deslealtad.
Pero es que además, Artur Mas, la deslealtad le debe provocar algún tipo de íntima excitación porque la ha convertido en su modus operandi político.
La Generalitat que preside es desleal sistematicamente con los entes locales, a los que lleva dos años sin pagar servicios como las guarderías, las escuelas de música y las aportaciones comprometidas en obra pública.
El Gobierno de Artur Mas es desleal de forma permanente con las farmacias, los hospitales o las residencias de ancianos a los que no paga puntualmente.
Artur Mas es desleal con sus socios de Unió Democràtica de Catalunya, a los que ningunea y relega en las decisiones políticas, un día sí y al siguiente también.
Artur Mas es desleal con Esquerra a la que, sin disimulo, intenta llevar a trampas mortales como la lista única de país o una confluencia de candidaturas en las municipales.
Artur Mas es desleal con el proyecto histórico de su propio partido CDC, al que está arrastrando a caminos sin salida y a la reducción de su peso electoral.
Artur Mas es desleal con el pueblo de Catalunya al que divide y engaña con el procés, al que maltrata con recortes.
Claro que para que alguien sea desleal de forma tan reiterada con alguien es necesario que ese otro sujeto lo admita. Si Mas es desleal con el Estado de forma continuada, es porque nadie desde allí le para los pies. Si es desleal con los Ayuntamientos, es porque estos callan. Si es desleal con Esquerra…
Pero no hay en política problema que no tenga solución, ni político desleal al que, desde las urnas, no se le pueda pegar una buena patada en las posaderas.
Espero que el 27 de Septiembre el votante catalán tenga claro que hay que hacer con un presidente desleal.
Diábolo