Es práctica conocida matar siempre al mensajero; es decir, al periodista que investiga con esmero, la fechoría que alguno pretende ocultar al pueblo.
¡Maldito sea el plumilla que ha descubierto el pastel, del mangante sin escrúpulos que se lleva a placer el dinero de las arcas públicas, por doquier!
Esa es la afirmación de algún menda del poder cuando el plumilla descubre lo golfo que puede ser; qué, en eso la ideología, nada tiene que ver.
Salvo honrosas excepciones que obviamente las habrá, la opinión del pueblo llano es que no cesan de l mangar y, como que no pasa nada, ¿por qué, dejar de trincar?