Como todos los veranos hoy mis ripios se despiden; volveremos en septiembre si el destino no lo impide. Se van triste, no contentos, por mil razones sensibles.
Con la muerte de mi esposa tiembla el pulso y las ideas. Una vida se cercena y vives entre miserias. Decirle adiós al amor es la despedida eterna.
Mi dolor no ha de impedir en septiembre mi regreso deseándoles felicidad mucha salid y progreso; que los ripios se crearon, precisamente para eso.
Gracias por su fidelidad semana a semana los viernes La vida no es siempre grata cuando hasta el amor pierdes. Hasta pronto amigos míos: recuérdenlo, en septiembre.