El proyecto europeo ThermEcoWat estudiará los posibles efectos que el cambio climático podría tener en las aguas termales y, en consecuencia, en su aprovechamiento como recurso turístico y económico. El proyecto impulsado junto con el Instituto Cartográfico y Geológico de Cataluña (ICGC), dependiente del Departamento de Territorio, y el Ayuntamiento de Caldes de Montbui con otras instituciones públicas y privadas, ha sido escogido como beneficiario de fondo del programa Interreg SUDOE y se desarrollará entre 2024 y 2026, con un presupuesto total de 2 millones de euros.

Actualmente, no existe ningún estudio sobre qué efectos concretos podría tener el cambio climático en las aguas termales y qué repercusión podría suponer para los municipios o sectores económicos cuya base es su aprovechamiento. El proyecto ThermEcoWat quiere impulsar estos estudios como forma de prevenir y adelantarse a posibles problemas futuros e incrementar la resiliencia de los ecosistemas termales. Además, también se estudiarán nuevos usos de las aguas termales como fuente energética renovable, por ejemplo para calefactar edificios.

El proyecto ThermEcoWat tiene ocho beneficiarios europeos, entre ellos, el ICGC y el Ayuntamiento de Caldes de Montbui, así como otros 14 asociados. Como producto final del proyecto, se elaborará un Libro Blanco que recogerá todo el conocimiento alcanzado durante los dos años de despliegue, así como buenas prácticas en la gestión de los recursos termales y en su adaptación ante los retos del cambio climático.

Las aguas termales son aquellas que, al surgir, tienen una temperatura superior a la del lugar del que emergen porque se calientan al cruzar las diversas capas de rocas subterráneas, que están a altas temperaturas. Tienen, por tanto, un origen mucho más profundo que los acuíferos de donde se extrae agua para consumo humano, agrícola, industrial o ganadero y que son los primeros en sufrir los efectos del cambio climático, por ejemplo, secándose durante sequías que se alargan en el tiempo.

Aunque, en principio, las aguas termales están más protegidas ante los efectos del cambio climático, también podrían sufrir sus consecuencias. Se considera agua termal cuando la temperatura de surgencia es superior, al menos en 4ºC, a la temperatura media anual del lugar donde brota. Durante su ascenso, se mezclan con aguas más superficiales y frías. Si falta esa agua superficial porque llueve menos, o si su temperatura cambia, también puede verse alterada no sólo la temperatura de las aguas termales sino su composición química. Y es esa química la que les confiere sus propiedades mineromedicinales, base de su aprovechamiento turístico, que soporta todo un sector económico.

Sólo en Cataluña, existen 24 zonas termales con 18 balnearios en activo. Se trata, pues, de un sector económico muy repartido en el territorio y que contribuye a desestacionalizar el turismo, dado que se puede disfrutar durante todo el año.