Las artes adivinatorias son un tipo de conocimiento hermético y solo posible a las personas adecuadas y capaces que tienen desarrollado un don de la visión del futuro y que conectan con las personas a las que analizan, contemplando su entorno de una manera completa y amplia. No hay aún una base científica conocida que pueda explicar estas circunstancias, pero lo que si existe es el hecho incuestionable de que tales situaciones y aciertos en la predicción del futuro se producen de manera incuestionable, lo que no puede ser explicado aún por la ciencia.

Cartas, huesos, posos, cenizas y todo tipo de elementos han sido empleados desde la Antigüedad para adivinar el futuro o acertar en lo que acontecerá para estar preparado. Desde los antiguos días de adivinación de los druidas hasta las inquietantemente precisas consultas sobre política que grandes líderes históricos han llevado a cabo, la historia de estas artes adivinatorias es nebulosa y confusa. Una bola de cristal es una bola de vidrio o de cristal que es utilizada desde muy antiguo como un instrumento para la clarividencia, y empleándose por algunos brujos una práctica alternativa que consistía en el uso de una copa de cristal transparente y redonda llena de agua.

Algunos de los elementos más empleados en la actualidad para la adivinación son la baraja del tarot que, a veces, suelen emplearse de manera conjunta con la tirada de la bola de cristal, especialmente con el tarot conocido como Francesco, cuyo uso y diseño se remonta a la Italia de la época de los Visconti y los Sforza y de los que quedan algunos ejemplares antiguos conservados en colecciones de museos, que han contribuido a inspirar los tarots modernos que se emplean en la actualidad.

El empleo conjunto de la cartomancia del tarot, junto a la bola de cristal de la cristalmancia, suele contribuir al acierto del vidente que emplea ambos procedimientos conjuntamente. La bola de cristal es tan omnipresente como misteriosa. Está expuesta en el escaparate del adivino desde tiempos inmemoriales. Pero el modo en que se ganó tan seductora omnipresencia está menos claro que los pasados y futuros que predice.

Muchas culturas de la antigüedad emplearon algún tipo de antiguo ritual de adivinación mediante el cristal, pero la asociación más obvia con la bola de cristal procede de la Edad Media, que duró desde más o menos el momento en que desaparecieron los druidas hasta el Renacimiento, en el siglo XV. Aunque su trayectoria es escabrosa, se cree que la bola de cristal era utilizada durante todo el Medievo por los anglosajones como instrumento mágico y también como ostentoso accesorio de moda. Lo cierto es que su empleo siempre estuvo imbuido de misterio.

Las tribus célticas, que se sabe habitaban la isla de Gran Bretaña desde 2000 a. C., fueron unificadas por los druidas, los cuales fueron uno de los primeros grupos que usaron cristales en la adivinación. La religión druídica tenía semejanzas con la religión megalítica de la antigua Gran Bretaña, por lo que es posible que de ellos haya venido el uso de este tipo de adivinación.

Ya durante el medioevo en la Europa Central, videntes, magos, hechiceros, médiums, astrólogos, adivinos y todos los demás adivinadores también usaron cristales para “ver” el pasado, el presente o el futuro.

El berilo, debido a su naturaleza transparente, fue a menudo usado en los procesos adivinatorios. Los escoceses llamaron a estos objetos “piedras de energía” y aunque muchas bolas de cristal antiguas fueron realizadas en berilo o en diversos tipos de cuarzo, estos materiales naturales fueron sustituidos más tarde por otros cristales de roca muy transparentes y duros.

Durante el Medioevo, las esferas de cristal, engarzadas en abrazaderas de alambre, se utilizaban como símbolos de poder, de estatus social y posiblemente como talismanes mágicos que mantenían alejadas las enfermedades o los males de ojo.

En unas excavaciones de tumbas medievales realizadas en Kent se encontró este tipo de amuletos en forma de bola de cristal en diversos enterramientos de mujeres adineradas, colocadas entre sus rodillas junto a otras posesiones que demostraban su estatus social. El Diccionario Ilustrado Oxford de la Inglaterra Medieval supone que aquellas bolas de cristal podrían estar vinculadas a algún tipo de culto pagano, que se remontaba quizás a los cultos celtas o druídicos.