
Es extraño que el Quijote no incluyera a Julio Cesar como uno de sus siete intocables héroes la Historia, pues había motivos más que suficientes para tal elección como guerrero, al que unía otros dones como la inteligencia, su osada determinación y voluntarismo.
La historia del mismo, es bien sabida, hijo de los humildes patricios Julios Cesares; empezó ocupando cargos religiosos, luego ejerciendo la abogacía, para terminar, dominando las más altas magistraturas del Estado, no sin antes curtirse en la guerra civil, en cuyo bando opuesto y equivocado estaba su padre. Con su estrategia al servicio del general Craso, logró derrotar al hasta el momento invicto Espartaco; lo cual, no privó a la astucia del rival Pompeyo, atribuirse tal proeza aun llegando más tarde, simplemente por perseguir a los ya derrotados que habían huido de la batalla, para después rematar llegando primero a Roma y atribuirse en solitario los laureles.
Es el momento cumbre de Cesar, pues dada esa clara enemistad Craso- Pompeyo, -ahora Cónsules con claros intereses contrapuestos-, pues el primero como principal de Roma, quería gozar de menores impuestos, mientras, el glorioso recién retirado general Pompeyo, quería tierras para compensar a sus veteranos soldados; por lo que la inteligencia de Cesar, propuso un Triunvirato, y él, se encargaría de conseguir del Senado colmar los deseos y ambiciones de ambos. No fue fácil la tarea, dado el unánime recelo de dicha institución ante la súbita nueva acumulación de poder del trio, por lo que no le ponían nada fácil esa especifica labor que justificaba su mismo cargo. Así, tras aburrirse de insistir en múltiples sesiones, unido a las presiones de ambos cónsules, Cesar, decidió una salida practica y efectiva, aunque de dudosilla legalidad, cual fue contactar con la institución de la camorra que dominaba los bajos fondos, quienes se encargaron, con alevosía y nocturnidad manifiesta, de ir visitando a los tercos cónsules, y repartiendo a discreción algún que otro mamporro, brebajes estos, que despejaron todas las posibles dudas a sus ilustres señorías, por lo que sin más polémica ni retórica, en plena unanimidad, se aprobaron las propuestas.
Imagínense si el también audaz Sánchez, – que en su día también pasó el Rubicón al enfrentarse y salir victorioso frente a la vieja guardia de su partido- en el actual callejón sin salida, decidiese repetir la historia de forma más sutil naturalmente, todo para el supuesto bien de España, y evitarnos así, el coste y molestias de unas nuevas elecciones, que muy posiblemente quedarían de forma similar dada la polarización existente.
Bromas aparte, modestamente entiendo que no estaría mal, que con sabiduría, sopesase la última oferta de CS, puesto que no le obliga exactamente a aplicar de entrada el 115 CE, solo a planificar una muy posible aplicación futura, caso de darse los requisitos dentro de la aplicación restrictiva ya expresada recientemente por el propio TC., pues las otras dos condiciones, no tendrían que ser problema, asegurándose así gobernar sin hipotecas inviables, lo cual siempre sería mejor, que reiterar unas cansinas elecciones, donde podría pasar de todo dado el hastío general del sufrido ciudadano que ve como sus elegidos, no sirven para otra cosa que para esconderse de la realidad y del compromiso adquirido, eso sí, cobrando fortunas.
La mayor duda, es si Iceta, y su particular programado oculto baile estarían para esta cordura, o si prefiere salir nuevamente al camino para continuar su sed de aventuras como posible gobernador de la indómita ínsula.