
En aeronáutica, cuando dos naves corren el riesgo de impactar, una de ellas, está obligada a alterar su rumbo, adecuándolo a otra más segura trayectoria. Si quien tiene la obligación de dar la preferencia, no lo hace, le incumbe también a la otra parte, maniobrar convenientemente para evitar la colisión.
Veamos estos términos náuticos, aplicados modo de símil a la política española actual:
1.- PSOE, claro ganador de las elecciones, más que por méritos propios, por resultado directo del fraccionamiento de la derecha. Ganar, no es equivalente a gobernar por la falta de las mayorías parlamentarias necesarias, por lo que, dada la negativa de CS de facilitar esa investidura, deberá recurrir necesariamente a la agreste y espinosa hoja de ruta que le ofrecen Podemos y los nacionalistas, que ya le permitieron ganar la previa moción de censura; sin olvidar, que no tendrá tampoco la necesaria abstención precisa de estos, sin entregar delicada prenda a cambio.
Lo anterior, y también por no querer colaborar en esa precisa investidura los propios partidos constitucionalistas, – esencialmente PP y CS-, ni tan siquiera con su abstención, sería una clara síntesis de la falta de sentido de estado clásica del bipartidismo, que durante décadas ha permitido dar alas al nacionalismo, en especial el catalán, – clásico partido bisagra de CiU- que nos llevó recientemente a la mayor crisis constitucional desde el intento de golpe de Estado de 1.981. Obvia torpeza y falta de miras de ambos partidos en su alternancia política, que ha precisado tomar cartas en el asunto al mismo Jefe de Estado y al Poder Judicial, a quienes paradójicamente, los mismos actores de la crisis, pretenden ahora neutralizar, como si lo del Estado de derecho no fuera con ellos.
2.-CS; partido liberal, con tendencias socialdemócratas, que en la actualidad, alejándose del centro de la carta náutica originalmente por ellos mismos trazada, se está escorando a estribor (derecha), intentando abordar la clásica trayectoria del PP, partido que erróneamente a su vez se había escorado también a estribor, resultado del mero miedo escénico de constatar en el horizonte otro nuevo buque, Vox; quienes en cierto modo, es resultado directo de la inoperancia, abuso, y corrupción, de dicho mal hacer en definitiva ese clásico bipartidismo histórico.
En último extremo, el buque del PP seguirá fiel a su trayectoria, dicho en términos de oportunismo, puesto que bastante tiene, con superar etapas anteriores, y afianzar al nuevo líder, a la vez de intentar debilitar al resto. Vox, por su parte, seguirá el rumbo trazado desde su inicio. Rutas de ambos navíos estos, que ocasionalmente hasta podrían ser paralelas en la navegación; lo mismo que podrían realizar en común, con rumbo inverso, PSOE y CS, pues objetivamente, a ambos les interesaría seguir la misma trayectoria, puesto que:

-CS., pretende ocupar una ruta netamente de derecha, que no es propiamente la suya, lo cual provoca la sorpresa, e incluso rechazo de parte de su misma tripulación y de su delicado puente de mando. De proseguir esa estela, cuando las aguas se serenen (corrupción y posible bajada de nudos de Vox), estará en “aguas extrañas”, flameando las velas y sin verdadero control de los puertos clave de la España rural, a diferencia del PP que tiene aún una sólida estructura territorial, con lo cual, y dada la Ley d´Hondt vigente, CS, perderá esa particular regata. Además, su astillero natural y razón de ser, es su franca oposición al separatismo catalán, de modo tal, que cuando este se atenué, reducirá a su vez la fuerza de CS. en el mejor de los casos, suponiendo que no pase a ser residual; razón primordial de ganar tiempo, que explicaría esta jugada doble, contra viento, marea y lógica que pretende su intrépido capitán:
1,) Intenta consolidarse en esas aguas nacionales nuevas y extrañas, y como si Ulises fuese con las sirenas, su cántico le lleva a descuidar la costa catalana, su retaguardia vital, estrategia que no deja de ser errónea a juzgar por las últimas elecciones en general.
2) Busca como efecto domino, hacer encallar en los arrecifes el barco del PSOE, en esa forzada ruta costera al que lo aboca (Cataluña y País Vasco) al someterlo a presión de los nacionalistas; apoyándose a su vez, como casusa justificativa de su argumentario, en el trato altivo que sufre por parte del PSOE, quien parece no ser consciente también de su especial debilidad.
La conclusión es clara, a ambos les interesa un pacto de colaboración en los términos que ambos determinen y en proporción a sus respectivos escaños, sea en coalición o acuerdos puntuales, tanto por el bien común de España, como y especialmente `para mantener la “fidelidad de sus votantes”, quienes no quieren sentirse objetos de trueque, observando como su voto se convierte en inesperadas alianzas, jugando sus intereses con extraños compañeros de viaje antagónicos a sus ideologías. El propio sentido de estado, lo ratificaría. Así los respectivos coordinados puentes de mando, llevarían el navío de la gobernabilidad a aguas tranquilas, y aprovechando la “relativa” bonanza económica, en unión de esas sinergias, harían avanzar con rumbo estable el tema social que es tan necesario a través de pactos vitales en pensiones, enseñanza…; racionalizando los graves desequilibrios territoriales, así como la actividad nefasta de los nacionalismos, en la que ambos partidos – y en especial CS, salvo que intérprete que “cuanto peor, mejor”- se juegan su futuro inmediato y a largo plazo.
Sin duda, con ese puente de mando común, requeriría cesiones de ambas partes; el aplazamiento del estado federal que pretende el PSOE, (cambio meramente terminológico, pues en la práctica, ya opera como tal), partido que tendría que sortear a su vez la marejadilla que le provocaría el PSC, de miras meramente locales. A su vez CS, tendría que atenuar su rígido planteamiento de aplicar el 155 de entrada, sin descartar que posteriormente, fuera preciso hacerlo viendo la actitud antidemocrática persistente de los separatistas en su no asunción de las mínimas reglas de juego de un auténtico estado de derecho. CS, obviamente, tendría que renunciar a pretender abanderar la derecha, aspecto que más que sacrificio, sería evitar un colosal error. En el resto, todo serian ventajas para CS, puesto que, estaría en posición privilegiada de navegar en alta mar, adquiriendo una experiencia inestimable, de la cual extraerían claros réditos electorales, que serían precisamente la base para desarrollar una sólida credibilidad futura; lo que le permitiría a su vez controlar su principal caladero electoral y verdadera razón de ser, Cataluña, puesto que sus votantes, sufriendo el nacionalismo separatista, no están por la labor de “cuanto peor, mejor”. Paralelamente, podría poner en marcha ideas clásicas liberales, perfectamente asumibles por el PSOE que le haría de lanzadera, al mismo tiempo que paradójicamente, colaboraría con éste en atenuar las graves injusticias sociales fruto del neoliberalismo reinante.
Si, por el contrario, CS, opta por la ruta del desgaste, observará una ingobernabilidad extrema, y lo que es peor, una posible consolidación del nacionalismo que teóricamente es lo que intenta evitar.
A su vez, si el PSOE, opta por la audacia en buscar rutas inseguras con compañeros extraños, podría acontecer, que ni siquiera salga del puerto, o de hacerlo, que tenga una agónica y breve travesía que podría derivar incluso en grave amotinamiento por los de su propia tripulación.
Sea nuestro deseo, que un buen viento de popa, sea de Bécquer, o de Rosalía nos permitan una tranquila, merecida y prolongada navegación. España y sus buenas gentes se lo merecen.