Francisco Barbachano

Tras doce días de angustia
Gabriel Cruz, niño bonito,
como decía tu madre
buscando a su “pescaíto”.
Hoy sabemos que la muerte
te sorprendió en el camino.

¡Malaya sea, malaya!
que tan criminal destino,
te sorprendiera inocente
en aquel corto camino,
porque una mente, podrida,
quiso cercenar tu vida.

Siento dolor en mis dedos
al escribir estos versos;
siento rabia “pescaíto”
ante ese anzuelo maldito
que, llamado Ana Julia,
se cruzó en tu destino.

Hoy los peces en los mares,
en océanos y ríos,
nadan para complacerte
porque tu eras su amiguito.
Y España entera te llora,
con mi ripio, “pescaíto”.

Francisco Barbachano