
Es frecuente escuchar:
¡me gusta la poesía!
a pesar de que el poeta
nunca en ventas se prodiga;
que en el festín de leer,
a las musas no convidan.
En el hacer literario
alguien dijo algún día,
que era la hermana pobre
la sufrida poesía;
pese ha estar siempre presente
e invocada de por vida.
Se recuerda al poeta
en el mitin de su vida,
recitando algunos versos
para ganar la partida.
Aún siendo la hermana pobre,
es admirada y bendita.
La poesía no vende
pero siempre es necesaria
y en algunas ocasiones,
necesaria y decisiva;
el político lo sabe,
y por eso la acaricia.
Francisco Barbachano