
En más de una ocasión encontramos en nuestra realidad adyacente edificaciones o construcciones que forman parte de la orografía ciudadana que son obviadas por el gran público. Estructuras que siempre han estado presentes en nuestra vida cotidiana pero que no reciben una especial atención por su estado de conservación o por sus características inherentes. En Granollers, municipio del Vallès Oriental, encontramos la Torre de Pinós, una obra declarada bien cultural de interés nacional desde el 25 de junio de 1985. Es decir, esta obra ostenta una condición de protección legal que guarda relación con los bienes más importantes del patrimonio cultural catalán. Desde el año 2003 también forma parte del Plan Especial de Protección del Patrimonio Arquitectónico y Arqueológico de Granollers. La torre forma parte de uno de los itinerarios históricos de la ciudad y su edificación se situaría cerca del siglo XIV, aunque otros estudios otorgan su construcción en una etapa posterior. La referencia escrita más antigua que guarda relación con la torre la encontramos en un documento de 1752 que la describe como palomar, espacio donde se crían palomas. Cabe recordar que estos animales eran altamente eficientes en cuanto a la gestión de las comunicaciones pretéritas y eran empleados para enviar mensajes o escritos a otras posiciones de la orografía catalana. Actualmente la torre es visible desde muchos puntos de la ciudad, ya que está situada en la parte más elevada de una colina, concretamente a 224 metros de altitud; ocupando una posición más elevada que el Hospital General de Granollers.
En cuanto a su estructura formal, la torre dispone de dos plantas y está hecha íntegramente de piedra. Tiene unos 4 metros de diámetro, 10 metros de altura y los muros presentan un grosor de 65 centímetros en total. La Torre de Pinós formaba parte de una estructura defensiva -concretamente era una torre de vigilancia del siglo XIV que servía para alertar de posibles ataques enemigos- salvaguardando la seguridad del municipio. Algunos estudios apuntan a que fue construida en el mismo momento en el que la ciudad edificó las segundas murallas, vigilando y salvaguardando el camino de la costa. No debemos olvidar que en el siglo XIV encontramos un ascenso de la burguesía mercantil debido a las transformaciones económicas inherentes del territorio catalán y sobre todo un ascenso social de los grupos urbanos. En las ciudades se practicaban muchas actividades de intercambio y la nobleza empezaba a adaptar elementos exógenos de su realidad para interactuar con los miembros de su capa social como los juegos de cartas, elementos bien presentes desde la antigua Roma. No debemos olvidar que la nobleza ostentaba la cúspide de poder estamental, una minoría rica y poderosa que había que proteger.
La Torre de Pinós fue restaurada en 2015, mejorando sobre todo sus accesos de entrada al recinto que la contiene y haciendo especial énfasis también en recoger las aguas pluviales que tienen lugar. También se colocó una nueva puerta con un punto de iluminación eléctrica alimentado por energía solar. El ayuntamiento del municipio ha intentado constantemente adecuar la torre para intentar mejorar su conservación, hay que recordar que actualmente se encuentra muy deteriorada debido a las injerencias causadas por el paso del tiempo. La primera restauración la encontramos en 1875, en el marco de un plan que servía para construir defensivamente la ciudad de Granollers a causa del contexto histórico y la inestabilidad presente.
El nombre de la torre, Pinós, hace referencia a un linaje que nos evoca el siglo XI, un apellido originario de la zona norte de Cataluña. Los Pinós tenían posesiones en la zona de la Cerdanya, el Berguedà y el Solsonès. Debido a su importancia la torre adquirió su nombre y así se conoce en nuestro presente.